Libertad religiosa

La Vanguardia, Toni Coromina, 17-06-2009

Con motivo de la procesión de Corpus, el pasado domingo 200 fieles católicos desfilaron por las calles de Vic encabezados por el obispo Romà Casanova, que salió de la catedral bajo palio. En diversos tramos del casco antiguo, la comitiva pasó por encima de efímeras alfombras elaboradas para la ocasión con viruta teñida de diferentes colores, en vez de los tradicionales pétalos de flores que cada año cubren las calles de Sitges o La Garriga. La procesión, de siete siglos de antigüedad, se recuperó hace un lustro después de un paréntesis de 25 años sin celebrarse. Algo similar ocurrió con la procesión de Els Armats (o del Silenci) que cada año recorre las calles de Vic la noche del domingo de Ramos.

Cinco años atrás, coincidiendo con la llegada a Vic del nuevo obispo Romà Casanova, hubo mucha expectación entre la feligresía católica vicense para escuchar la homilía del nuevo mitrado durante el tradicional oficio solemne de fiesta mayor. En una perorata sin concesiones a la ambigüedad, el prelado atacó con contundencia a los políticos que reformaron el Código Civil y legalizaron el matrimonio homosexual. También denunció la política gubernamental relacionada con el aborto, los anticonceptivos y la eutanasia. Y concluyó insinuando que la Iglesia estaba siendo víctima de una persecución parecida a la que sufrieron los primeros cristianos en la antigua Roma.

El pensamiento es libre y todo es opinable. Se puede discrepar de los políticos, de los gobiernos y de todo. Sin embargo, la realidad, por más relativa que parezca, demuestra que en el corazón de Catalunya los católicos no viven refugiados en las catacumbas. Sin ir más lejos, en la Ciutat dels Sants hay una veintena de templos católicos abiertos al culto y varias escuelas privadas de ideario católico.

La libertad religiosa también implica otras confesiones. Si Vic tiene 40.000 habitantes, una cuarta parte procede de 94 países distintos. Hay misas y procesiones católicas, pero también se ven desfiles evangelistas con africanos cantando y bailando por la calle. Los cerca de 5.000 musulmanes que viven en la capital de Osona (la mayoría magrebíes) tienen libertad para ir a rezar a sus dos mezquitas. Los testigos de Jehová hacen sus ceremonias con normalidad y siguen practicando el proselitismo llamando a las puertas de familias cristianas e incluso musulmanas. Los budistas, muy minoritarios, se reúnen en sus sedes privadas y organizan conferencias y seminarios. Una actividad similar a la desarrollada por los hinduistas, los sijs, los confucionistas, los animistas o los gnósticos. Mientras, los agnósticos y los ateos debaten y contrastan ideas, si se tercia, alrededor de una mesa, tomando un refresco.

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