El hijo del pistolero racista de EE UU reniega de su padre

El Correo, M. GALLEGO, 16-06-2009

James von Brunn, un supremacista blanco de 88 años, se recupera en un hospital de Washington de los disparos recibidos. Su víctima, un guardia de seguridad negro de 39 años, al que mató la semana pasada en el Museo del Holocausto, yace en el cementerio, pero el hijo del homicida, Erick von Brunn, desearía que fuese al contrario. «No tengo palabras para expresar cuánto siento que sea el señor John, y no mi padre, el que ha muerto», dijo apesadumbrado el joven en un comunicado. Del hombre al que había acogido en su casa porque hasta ese día no tenía donde caerse muerto, no tenía nada bueno que decir. «No nos apreciábamos mucho el uno al otro», reconoció a la cadena ABC.

«Lo único que nos unía es que éramos padre e hijo. Sus ideas (racistas) le consumieron, y al hacerlo no sólo destruyeron su vida, sino las nuestras también». Hablaba en pasado porque para él su padre «murió el día que entró a tiros en el Museo del Holocausto». No le admitió ni la defensa de que los grupos supremacistas a los que pertenecía desde hacía décadas le hubieran comido la cabeza. «Fue todo cosa suya».

Sobrio, compungido, lleno de remordimiento, Erick von Brunn completaba un cuadro irónico. La madre del guarda asesinado pedía en público que perdonase a su padre para que encontrase paz en su corazón. Él, conteniendo las lágrimas, agradecía esa «bella declaración», pero decía no ser capaz de hacerlo. Tampoco irá a verle a la cárcel. No quiere saber nada. Confía en que él tampoco le llame. Ya fue duro escucharle hablar cada día mientras le dio asilo. «Las conversaciones acababan con sus ideas».

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