Fluvio Paleologo: «Los verdaderos campos de concentración están en Libia»

ABC, ANNASTELLA PALASCIANO | MADRID, 12-06-2009

- Italia soluciona solo en pequeña parte el problema de la inmigración, pero se trata de una gran recaída en términos de imagen para el Gobierno, y en particular para la Liga Norte. El drama, además de la emergencia humanitaria, es la deriva al racismo que en estos días se está produciendo en Italia. Por otro lado, Libia tiene una presencia económica y financiera muy fuerte en Italia, y nuestro país se ha comprometido a contribuir económicamente en la construcción de un sistema avanzado de cobertura y vigilancia de la fronteras meridionales de Libia, las fronteras con Chad y Nigeria. Ya en 2004 Libia recibió dinero para acoger a los inmigrantes e Italia contribuyó económicamente a llevar gente desde Libia hasta otros países africanos.

- ¿Cuál debería ser la solución?


– La solución es la que se practicó el año pasado: dejar que los inmigrantes desembarquen en Lampedusa y presenten la solicitud de asilo. El número de inmigrantes que llega a Europa desde África es muy bajo aunque ha sido enfatizado para crear una emergencia que no existe, porque los 30.000 inmigrantes que han llegado el año pasado a Lampedusa son pocos en comparación con los que llegan desde Europa del este y piden ayuda y asilo a los países de Europa central y septentrional.


– Como si las fronteras terrestres fueran menos fronteras…


– La inmigración vía mar es mucho más visible que la inmigración terrestre porque las personas que vienen desde el este cruzan las fronteras que nadie vigila o eluden de manera más sencilla los controles. El año pasado el Gobierno subrayaba la eficacia del «modelo Lampedusa»; ahora que el clima político ha cambiado, algo ejemplar se ha convertido en algo que hay que borrar. Berlusconi ha definido los centros de acogida como campos de concentración, pero los verdaderos están en Libia.


– ¿Qué papel podría desempeñar la UE en este asunto?


– La Unión Europea no tiene competencia en este asunto porque existen reglas de derechos internacionales que no se pueden modificar solo en ámbito europeo. El problema nace de la Convención de Dublín que alivia a los países centrales y carga a los países como España, Grecia, Malta y Italia. Además, Europa no tiene mucha voluntad decisioria: desde que la Unión se ha ampliado a 27, cualquier acción en ámbito de solidaridad y de gastos está bloqueada.

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