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El Gobierno estudia regularizar la situación del inmigrante que perdió un brazo

La Voz de Galicia, Lorena Sebastián, 12-06-2009

La Generalitat paraliza la panificadora, y CC.OO. presenta una denuncia contra sus propietarios

La Generalitat paraliza la panificadora, y CC.OO. presenta una denuncia contra sus propietarios

El drama de Edgar Franns Rilles, el inmigrante boliviano en situación irregular que perdió un brazo en una panificadora de Gandía (Valencia) y fue abandonado por su jefe cerca de un hospital, ha desatado todo tipo de condenas y provocado la reacción del Gobierno, Comunidad Valenciana y sindicatos. La secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, señaló ayer en Alicante que confía en la posibilidad de normalizar la situación de Edgar por «razones humanitarias» si él lo solicita, mientras que el Ejecutivo valenciano anunció la paralización del horno por «deficiencias técnicas», sobre todo en la instalación eléctrica. Para Consuelo Rumí, «es evidente que este es uno de los casos que puede» acogerse a la regularización por razones humanitarias. Además, dijo, la víctima no tiene antecedentes penales y puede garantizar su presencia en España desde hace tres años.

Por su parte, la sección valenciana de Comisiones Obreras presentó una denuncia en los juzgados de Gandía en la que se recogen los relatos aportados por el afectado y su familia, y la declaración que prestó ante la Guardia Civil tras el accidente, ocurrido el 28 de mayo. En el escrito se expone que la víctima no disponía de ningún tipo de contrato ni estaba dado de alta en la Seguridad Social.

En su declaración policial, Edgar, de 32 años, relató que se le enganchó el brazo en la máquina de amasar los ingredientes después de que intentara recuperar un sobre de levadura que había caído en el interior. Sin poder pedir auxilio al encontrarse solo, él mismo alcanzó el interruptor tras duros esfuerzos y logró apagar la máquina. Sin embargo, su brazo izquierdo sufrió la peor parte, ya que resultó amputado por encima del codo. Pasaron varios minutos cuando su compañero y su jefe llegaron al lugar del accidente. Fue entonces cuando lo trasladó en su vehículo, dejándolo a unos 200 metros del hospital y advirtiéndole de que no contase dónde le había sucedido el percance. El joven, preguntado por los médicos, acabó por delatar a su jefe, que fue detenido junto a su hermano, con el que regenta la empresa.

Al parecer, cuando los agentes llegaron a la panificadora en busca del brazo del hombre, los propietarios ya habían lanzado la masa y el brazo a la basura y habían limpiado la sangre.

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