Las etiquetas de la prensa

ABC, ALFONSO ROJO, 11-06-2009

Me tienen frito las etiquetas. Si se te ocurre confesar que te desazona la alegría con la que parecen promocionar el aborto, te tildan de «carca». Basta que abras la boca justificando que Israel levante un muro, para que te endosen el rótulo de «derechista». Y te plantan la vitola de «facha» si manifiestas la mínima admiración por la gesta de Pizarro o rompes una lanza en defensa del español.

Si el pedestre hábito de descalificar al prójimo por la vía del precintado fuera una costumbre de bar, el asunto sería pasadero, pero el drama es que hace furor entre políticos, intelectuales y periodistas. Basta echar un vistazo a la forma en que muchos medios de comunicación titularon las noticias de los resultados de las elecciones europeas, para comprobar que prima la grosera simplificación.

Raro ha sido quien no ha recurrido a la fórmula de «la ultraderecha, gran vencedora». Y en el saco «ultra» meten a xenófobos, eurófobos, euroescépticos y populistas y de toda laya. Sin matices, poniendo igual marchamo a más de 120 de los 736 eurodiputados de la nueva Cámara.

Los del Partido Nacional Británico son para echarse a temblar y tampoco tienen un pase la húngara Kristina Morvai y sus dos colegas de Jobbik, pero no se puede decir lo mismo del Geert Wilders, que ha sacado cuatro diputados y un 17% de los votos, con un discurso contrario a la adhesión de Turquía y clamando contra la «islamización» de Holanda.

Aunque Álvaro, el mayor de mis hijos, me miraba como si tuviera enfrente a Gengis Khan cuando se lo dije el otro día, les juro que no me parecen tesis descabelladas las del holandés, sobre todo en un país donde en 2002 apiolaron a Pim Fortuyn, por propugnar la intolerancia con los intolerantes y en 2004, degollaron a Theo van Gogh, por hacer una película denunciando el sometimiento de la mujer musulmana.

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