Los años sesenta supusieron el primer gran estancamiento de la población gallega (2,6 millones de habitantes), que hasta entonces crecía aunque lo hiciese lentamente. Ya en la década siguiente el censo descendió (2,5 millones), sobre todo a causa de la emigración a Europa. Pero en los años ochenta recobró su evolución positiva y alcanzó los 2.750.000 habitantes.

La dicha demográfica fue breve: desde mediados de esa década al 2001 la gráfica poblacional ha vuelto a caer. Y si se ha recuperado algo desde entonces (según el avance provisional del INE del 2009, el censo gallego roza los 2,8 millones) ha sido gracias a la llegada de inmigrantes a Galicia, la tierra de la diáspora. Hace diez años los extranjeros residentes en la comunidad no eran más de 20.000 y ahora son más de 100.000.

Pese a ellos, la tasa de 1,1 hijos por mujer que tiene Galicia no asegura el relevo poblacional.