La extrema derecha europea seguirá teniendo un papel minoritario en el Parlamento Europeo. El avance electoral vaticinado por las encuestas no se ha producido y los partidos de ultraderecha tendrán, a lo sumo, una treintena de escaños de los 736 de la Eurocámara, una cifra similar a la de la última legislatura El avance se limita a unos ocho escaños, ya que bajan en Francia (Le Pen pierde cuatro diputados) y Bélgica (como reflejo del retroceso interno del Vlaams Belang), y desaparecen de hecho en Polonia, que en la anterior legislatura aportaba 17 diputados a esta categoría. Sí crecen en cambio en Italia, donde la Liga Norte pasa de cuatro a nueve escaños. Al este, el Partido Gran Rumanía (antigitano, antihúngaro y homófobo) tendrá tres diputados, Eslovaquia tendrá un escaño para un partido antihúngaro y Finlandia, por primera vez, para un xenófobo. El británico BNP, racista, tendrá por primera vez dos eurodiputados; Austria y Bulgaria mantendrán dos diputados cada uno y Holanda dará cuatro escaños al partido antimusulmán de Geert Wilders. Aunque pueden alcanzar los 25 escaños que se requiere para formar grupo propio, el odio que se profesan entre sí algunos de estos diputados hace difícil este movimiento. Por otro lado, con un examen detallado del resultado no se sostienen algunos análisis que elevan a 120 los diputados ultras, en sus diferentes facetas. El cálculo mete en el mismo saco de la ultraderecha a partidos simplemente nacionalistas, antisistema o euroescépticos, y sustenta la llamativa cifra en los escaños de los tories, que dejan el PP Europeo, y del conservador checo ODS, que estuvo al frente de la presidencia de la UE hasta marzo.