África no necesita solidaridad, necesita justicia. Es la opinión de Mbuyi Kabunda, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Basilea y miembro del Instituto de Estudios Africanos de la Autónoma de Madrid. Kabunda dirige un curso de hermanamiento cooperativo en la III Semana de África, que ayer se inauguró en Arantzazu. «Cualquier cooperación debe centrarse en el capital humano de África», dice.

- ¿Qué puede aportar la Semana de África en Arantzazu?

- Busca fortalecer redes de solidaridad desde la base, implicando a los protagonistas de la sociedad civil africana y vasca. La cooperación ha de ser horizontal, sin paternalismos y desde la igualdad. Permite a la sociedad vasca tener acceso directo a los problemas de desarrollo humano, educación, sanidad, agricultura y alimentación en el continente africano.

- ¿Cómo puede una familia guipuzcoana contactar con la realidad de África?

- La familia es la base social del continente africano. En África, hablar de la familia es hablar de 200 ó 300 personas, mientras que en el País Vasco se da la familia nuclear. En vez de dejar una ayuda, los ciudadanos pueden vincularse directamente con los proyectos a través de organizaciones que tienen claro cómo actuar. El primer paso es informarse. El desconocimiento conduce a equivocaciones.

- ¿Cambia África?

- Sí. Se vive mejor que hace cien años. El continente ha dado importantes pasos en progreso social, económico y político.

- ¿En qué se nota?

- En los años sesenta, la esperanza de vida era de 39 y 40 años. Hoy está en 50. Si no fuera por el sida, se viviría hasta los 60. Ha aumentado la educación básica. En lo económico, se han alcanzado las tasas más altas de crecimiento anual de los últimos 30 años. Si no fuera por la crisis, en la que África no tiene ninguna responsabilidad, hubiéramos crecido el doble o triple de los países desarrollados.

- ¿También hay cambios políticos?

- Se han celebrado elecciones en la casi totalidad de los países subsaharianos. Son democracias con fallos. Pero se avanza en la democratización política, económica y social. Todo ello deja entrever un futuro mejor.

- ¿Qué puede aprender Europa de África?

- Muchas cosas. En primer lugar, el sentido de solidaridad, hospitalidad y humanismo, valores cada vez más escasos en Europa, donde prima el individualismo. Por eso la inmigración es una fuente de enriquecimiento.

- Lo que más necesita África…

- Más que ayuda, necesita justicia. El continente vive la paradoja de la riqueza de sus recursos naturales y la pobreza de su población. Lo ilustra la metáfora del africano hambriento sentado sobre una mina de oro. El desarrollo de su capital humano le permitirá definir sus aspiraciones y necesidades y afrontar su propio destino. Será con modelos que no vengan importados del exterior.

- No se ha hecho así hasta ahora…

- Se trata de presentar un frente común para acabar con las injusticias internacionales, que se han institucionalizado. Eso hace mucho daño a África y a los africanos.