Mataró, ciudad pionera en el modelo de acogida a los inmigrantes

Integrarse en catalán

La Vanguardia, , 08-06-2009

ALBA MARCHADOR – Mataró

Los cursos de acogida acaban con unas clases de catalán y dan derecho a un diploma de arraigo
Jalika tiene 46 años, nació en Gambia y vive en España desde hace casi diez. Aún no tiene la nacionalidad, pero está en trámites y reúne las condiciones: más de tres años consecutivos viviendo en España, empadronada en Mataró, con un contrato a tiempo completo desde hace más de un año, diploma de arraigo y certificado policial de que no tiene antecedentes. Sus tres hijos nacieron en Catalunya. Ella es una de las agentes que imparte las sesiones de acogida a inmigrantes en Mataró, una experiencia que ahora la Generalitat quiere extender a todos los grandes municipios, según la nueva ley de Acogida.

Empadronarse es el primer paso para acceder al plan de acogida de Mataró, y hoy no es nada fácil, según Jalika. “Es complicado encontrar piso y que el dueño te pueda empadronar”. Además, en un piso pueden figurar como mucho ocho personas. “Ahora muchas de las personas que viven aquí figuran empadronadas en Barcelona, y aún no sé cómo lo han conseguido”.

El curso de acogida consta de cuatro partes. Hacer el circuito completo implica la obtención del diploma de arraigo, indispensable para los sin papeles que quieren regularizar su situación.

La primera parte del curso, meramente informativa, sirve para corroborar que la persona está empadronada y entregarle documentación (sin estar empadronada se puede realizar el curso, pero no se obtiene el diploma). La segunda parte, una sesión de acogida de dos horas, se imparte en los distintos idiomas: árabe, mandinga, chino… Durante dos horas enseñan la importancia que tiene la comprensión del catalán para su adaptación y hacen una pequeña introducción sobre el conocimiento del entorno. La tercera parte consta de cuatro sesiones, aproximadamente unas seis horas. Sirve para que los inmigrantes conozcan los sitios a los que se deben dirigir para resolver cualquier trámite, para que sepan en qué consistirá la educación que reciban sus hijos o las posibilidades que hay para los adultos y sus derechos y deberes como ciudadanos. La cuarta parte, y quizá la más polémica, se centra en la comprensión del catalán. Veinte horas repartidas en siete semanas son, sin embargo, “insuficientes para que alguien que no sabe casi hablar castellano también hable catalán, lo ven muy complicado”. Jalika, que comprende y habla tanto castellano como catalán, anima a los inmigrantes africanos a aprender catalán. “Yo les digo que en su país no hablan sólo un idioma, sino como mínimo dos o tres, así que si viven aquí también tienen que entender y hablar catalán, escribirlo es otra cosa”. Las clases de catalán se dividen en dos grupos: las personas alfabetizadas se dirigen al Consorci per a la Normalització Lingüística, y las no alfabetizadas a Òmnium Cultural.

El no tener ni encontrar un trabajo estable hace que muchos de los asistentes no obtengan el diploma. “Hay inmigrantes que encuentran trabajos de uno o dos días y se tienen que marchar fuera de Catalunya para la recolección de frutas, o trabajos diversos”. En el 2008, completaron el circuito 790 personas (de ellos 661 eran subsaharianos). La mayoría eran hombres. ¿Y las mujeres? “Una tarea pendiente”.

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