Elecciones europeas e inmigración

Diario de noticias de Gipuzkoa, por Agustín Unzurrunzaga, 05-06-2009

El próximo 7 de junio de celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo. Todo apunta a que el problema principal de esas elecciones será el de la escasa participación, aunque lo que se decide en el Parlamento Europeo, en aplicación del sistema de “codecisión”, tiene bastante más peso que lo que se decidía en las anteriores elecciones, las celebradas en el año 2004.

Pero a pesar del aumento de su importancia, de que muchas cosas que se deciden allí tienen y tendrán una incidencia importante en la vida cotidiana de las personas aquí, son unas elecciones que se ven como lejanas, en las que no participan los políticos de primera fila y en las que los partidos, coaliciones y listas no nos aclaran qué piensan de Europa, qué quieren de Europa, cómo la quieren construir.

Para el sociólogo nacionalizado inglés de origen polaco Zigmunt Bauman, Europa no es algo que se descubre; Europa es una misión; algo que se hace, se crea, se construye, lo que nos plantea el dilema de saber cómo se hace, cómo se crea y cómo se construye: ¿acogedora o miedosa?, ¿hospitalaria o xenófoba?, ¿respetuosa con los derechos humanos o haciendo un uso retórico de los mismos?

En la versión de Herodoto sobre el mito clásico de Europa, Europa sería la hija del rey Agenor de Fenicia, la actual Líbano, que llegó a la isla de Creta donde vivió y dio origen a una dinastía real. Así pues, como señala el escritor de origen búlgaro nacionalizado francés Tzventan Todorov, la persona que dio nombre a este viejo continente es una mujer asiática, una persona de origen extranjero, una desarraigada, una inmigrante involuntaria que vivió en los confines, lejos del centro del territorio, en una isla. Todorov nos recuerda que el pluralismo de los orígenes y la apertura a los otros se convirtieron en la marca de Europa. Ahora bien, ¿podemos decir hoy, actualmente, que esa apertura a los otros es la marca de Europa o, parafraseando a Bauman, tenemos que decir que eso es algo que nos queda por hacer, crear y construir?

En Europa viven actualmente unos 40 millones de personas que no disponen de la nacionalidad de uno de los estados miembros, de las cuales entre seis y ocho millones se encuentran en situación administrativa irregular.

Esos 40 millones de personas que viven, trabajan, han reagrupado a sus familias, mandan a sus hijos e hijas a las escuelas no son electores ni elegibles en estas elecciones, independientemente del número de años que lleven viviendo aquí, en Europa, y sea cual fuere su permiso de residencia, aunque tengan un permiso permanente, o de larga duración como se llama ahora.

En la Unión Europea se adoptan muchas decisiones que influyen directamente en sus vidas, algunas con intervención del Parlamento Europeo por medio del sistema de codecisión, como la Directiva sobre Retorno, la que el movimiento asociativo calificó con justedad como Directiva de la Vergüenza .

Esa directiva, que recortaba derechos, que ampliaba el tiempo de retención en los centros de internamiento hasta 18 meses, que posibilitaba la expulsión de personas que hasta ahora tenían una protección reforzada (menores, ancianos, mujeres embarazadas) fue aprobada por mayoría en el Parlamento Europeo, con el voto mayoritario de los diputados españoles, para vergüenza de la democracia en Europa.

En los últimos 20 años han muerto en las fronteras europeas, fundamentalmente ante las costas del sur de Europa, casi 21.000 personas, la inmensa mayoría procedentes de África. Esos miles de muertos no se han producido por casualidad, producto de un accidente de la naturaleza o algo por el estilo. Su muerte tiene que ver, y mucho, con las políticas de inmigración que desde Europa se han aplicado con relación a África, con la exclusión practicada hacia el continente africano en materia migratoria, con la creación y el uso dado a Frontex.

Y si en el Parlamento Europeo se adoptan medidas, propuestas, directivas que influyen tan directamente en las vidas de las personas inmigrantes, si a algunos políticos les da igual utilizar la demagogia con el tema de la inmigración, ¿por qué se les niega a las personas extranjeras el derecho a votar?

Se nos dirá que las cosas en Europa deben ser decididas por los europeos. Pero el problema es que millones de personas que no son europeas y que no han adquirido la nacionalidad de cualquiera de sus estados viven establemente en Europa, con permisos de residencia de distinto tipo.

Si está en vigor la directiva europea que permite el traslado de un país a otro de la Unión, la movilidad laboral de las personas que tienen permisos de residencia de larga duración, ¿por qué no reconocer su derecho a intervenir activamente en la vida política? La vida de las personas extranjeras extracomunitarias es algo más que ser mano de obra sujeta a los avatares del mercado de trabajo, para cubrir nuestros huecos o necesidades sociales y económicas. La personas no pueden ser reducidas a una sola dimensión, a la de mano de obra subordinada. Inevitablemente, más tarde o más temprano se rebelarán contra ello y exigirán sus derechos de ciudadanía.

Al iniciarse la campaña electoral en Francia, Franck Louvier, consejero de comunicación del presidente Sarkozy decía que para movilizar el voto popular había que abordar temas fuertes, tales como inmigración, seguridad y justicia, pues es sobre esos temas donde los electores se decantan, y no sobre temas como la economía, mucho más áridos. Tal vez tenga razón desde el punto de vista del marketing electoral, pero el razonamiento me parece asqueroso, pues da pie a todo tipo de derivas populistas y xenófobas, a tratar esos temas de forma superficial, buscando más calentar al personal que hacerlo reflexionar.

Espero que aquí se aborde la cuestión de otra manera, con seriedad, aunque atendiendo a lo visto y oído los primeros días de campaña, no me quede mucho espacio para la esperanza.

* SOS Racismo de Gipuzkoa

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