Erradicados los asentamientos de gitanos y el chabolismo en la Comunidad Foral

Sólo tres de cada diez casas habitadas por familias de esta etnia son de protección oficial

Diario de Noticias, m. gonzález, 31-05-2009

pamplona. La comunidad gitana constituye uno de los colectivos minoritarios más desfavorecidos y discriminados de Europa. La población gitana residente en Navarra , unas 7.000 personas, el 1,2% de la población, se ha visto históricamente afectada por diversos factores causantes de procesos de exclusión social, entre ellos, el rechazo, las débiles condiciones económicas, la inaccesibilidad al mercado laboral, los inferiores niveles de estudio o, incluso, una legislación discriminatoria que no desapareció por completo hasta la llegada de la democracia. La transformación social vivida por la Comunidad Foral en las últimas décadas también ha incidido en la población gitana y, entre los cambios, uno de los que más relevancia adquiere, como motor de avance en la incorporación social del colectivo, ha sido la mejora en el acceso a la vivienda.

La vivienda constituye un factor decisivo para la inclusión social de la comunidad gitana, sin embargo, los problemas relacionados con esta cuestión continúan siendo algunos de los más relevantes para este colectivo. La situación de los gitanos está fuertemente condicionada por las dificultades de acceso a la vivienda para amplias capas de la sociedad navarra en general y para las nuevas generaciones de las minorías étnicas, en particular.

diversidad Según recoge el Mapa sobre Vivienda y Comunidad Gitana (2007 – 2008), el más ambicioso estudio sobre esta materia realizado en las últimas dos décadas, la situación de la población gitana navarra se inscribe plenamente en la problemática residencial de esta comunidad a nivel nacional.

La clave para comprender las relación entre vivienda y comunidad gitana es asumir la diversidad de situaciones residenciales. La tópica imagen que identifica al pueblo gitano con el chabolismo es desmentida con datos: en Navarra, la mayoría de sus viviendas son unifamiliares o colectivas, el 81,7%. Asimismo y en contra de lo señalado por el Mapa de 1991 apenas hay ya barriadas marginales en la Comunidad Foral y sólo se constata el mantenimiento de algunos asentamientos. “El único que existe como tal se encuentra a las afueras de Lerín, es conocido como La Ponderosa, y a él no acceden ni los servicios sociales”, señala la responsable del área de Vivienda de la Fundación Secretariado Gitano en Navarra, la socióloga Begoña Campos. Además, la mayoría de los barrios en los que residen gitanos cuentan con una dotación de servicios que es ya común en nuestra sociedad. Sumados a los ya tradicionales (basura, transporte público, pavimentación, etc.), constituyen una amplia gama de equipamientos sociales, sanitarios, deportivos y culturales de nueva construcción a los que potencialmente tienen acceso las familias gitanas. ¿Hacen uso de ellos? “De los servicios sanitarios sí, pero de los culturales y deportivos, menos”, señala Campos.

Y si estos datos apuntan a una evolución positiva en los últimos 30 años, también son ciertas las denuncias referentes a la desigualdad en cuanto a las condiciones residenciales entre la población gitana y el conjunto de la población navarra, así como las afirmaciones de que en nuestra sociedad resulta difícilmente justificable la existencia de grandes focos de infravivienda en Navarra, es decir, con deficientes condiciones de salubridad e higiene y deterioro del entorno físico y social. “Algunas son peores que las chabolas”, denuncia la socióloga. Esta situación se ha visto agudizada por el deterioro de viviendas y barriadas construidas en los años 50 y 60 para familias de clase obrera y que fueron ocupadas después por familias gitanas. “El barrio de la Magdalena en la capital navarra y el de La Merced en Estella son dos ejemplos claros”, señala Campos. “Siempre se dice que el Ayuntamiento de Pamplona va a intervenir en La Magdalena, y lo hará, en La Merced ya se está produciendo una actuación municipal”, explica.

hacinamiento La población gitana navarra ocupa unas 1.450 viviendas, el 1,3% del total y más del doble de las que habitaban hace veinte años. Pese al incremento de viviendas, se está produciendo un fenómeno de progresivo hacinamiento en las casas ocupadas por gitanos. La media de habitantes es de casi cinco personas por vivienda.

La población gitana que ha podido acceder a la vivienda, tanto a través del mercado libre o beneficiándose de políticas públicas de vivienda social constituyen la mayoría, el 94,2%. El 62,7% de las viviendas ocupadas por familias de esta etnia han sido adquiridas en el mercado libre, un 31,5% son viviendas públicas protegidas y el 5,8% restante a través de otras formas de acceso, como la ocupación ilegal, la autoconstrucción de chabolas, el uso de furgonetas y caravanas, etc.

Navarra destaca como una de las CCAA con más familias gitana compradoras de vivienda libre ¿Por qué un acceso tan amplio a la vivienda libre cuando el tópico apunta a que la mayoría de gitanos disfruta de VPO? Entre otras razones porque es la más deteriorada y, por tanto, barata. “Es vergonzoso lo que se les vende y en muchos casos ni siquiera se han beneficiado de desgravaciones fiscales”, critica Campos.

Para la socióloga, el problema de las VPO no estriba tanto el número de viviendas construidas como en el incumplimiento por parte de amplios sectores del colectivo de los requisitos mínimos de acceso y de su incapacidad para afrontar las responsabilidades económicas derivadas de la compra de una vivienda. "La imposibilidad de asumir el crédito para adquirir una VPO provoca la renuncia a las concesiones, como ocurrió en Sarriguren, o grandes problemas para cumplir con las obligaciones hipotecarias.

Las viviendas del colectivo gitano se distribuyen principalmente en Pamplona y su Comarca, Zona Media y Ribera de Navarra. Los autores del informe han localizado, principalmente en la Ribera, 79 municipios y 94 barrios con viviendas ocupadas por familias romaníes. La Comunidad Foral es la sexta en número de municipios con gitanos, pero éstos apenas se localizan en el norte. ¿A qué se debe? “Porque allí no pueden desarrollar sus labores habituales y por la estructura de la propiedad en esta zona, con minifundios y pequeñas explotaciones ganaderas”, explica Campos.

Cabe señalar que el 52,2% de las viviendas gitanas se aglutinan en zonas urbanas y el 47,8% restante se distribuye en zonas rurales. Una distribución casi pareja. Tres de cada diez casas están situadas en Pamplona y su zona metropolitana, en concreto el 19% se ubica en la capital. En el resto de Navarra los porcentajes de vivienda se distribuyen de la siguiente manera: el área de Tafalla concentra el 17% de las viviendas, el área de Tudela, el 22,2% y el área de Estella, el 22,7%.

Un alto porcentaje de las casas ocupadas por familias gitanas, el 85,4% se encuentran ubicadas en localidades o barrios en los que hay más de 10 viviendas ocupadas por familias de su misma etnia. El informe destaca que Navarra es una de las autonomías en las que se han dado aumentos negativos de la concentración residencial de población gitana. Esta situación desemboca en la formación de pequeños guetos en ciudades y pueblos, como Milagro.

En cuanto a la tipología de edificación, el estudio destaca que en Navarra el 36,9% de las viviendas de gitanos son unifamiliares, el 44,8% pisos o apartamentos en altura y el 17,4%, viviendas muy deterioradas, una cifra alta y más propia de grandes ciudades. En Navarra hay cuantificadas 253 infraviviendas, el 18,3%, aunque la Fundación Secretario Gitano eleva esta cifra a casi el doble. Por el contrario, las viviendas de transición prácticamente han desaparecido.

evolución positiva La datos del última Mapa reflejan pues una evolución positiva en los últimos 30 años, más intensa y efectiva en los años 80, periodo en el que numerosas familias gitanas pudieron acceder a VPO. “Las medidas que más les han afectado en los últimos años no tienen que ver con intervenciones directas hacia esas familias sino con operaciones de remodelación urbanística que les han beneficiando de rebote”, explica Campos. “Las administraciones públicas han puesto en marcha iniciativas para acabar con situaciones de exclusión residencial, sin embargo, el alcance de estas medidas ha quedado rápidamente neutralizado por la evolución del mercado de la vivienda y la incapacidad de los poderes públicos para controlar la especulación inmobiliaria”.

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