Cruzada de los republicanos contra Sotomayor

El Mundo, CARLOS FRESNEDA. CORRESPONSAL, 31-05-2009

La candidata hispana de Obama para el Tribunal Supremo, blanco de las críticas Nueva York


NUEVA YORK. – La vieja guardia republicana – la misma que hostigó durante meses a Hillary Clinton y a Michelle Obama – ha vuelto a salir de la trinchera para disparar contra una nueva enemiga común: la juez hispana y candidata al Tribunal Supremo Sonia Sotomayor.


Los ultraconservadores han desempolvado la afiliación de Sotomayor a grupos como el Consejo Nacional de la Raza, han recordado su defensa de las «cuotas raciales» y han aireado día y noche sus controvertidas declaraciones de hace ocho años: «Creo que una mujer latina sabia, con la riqueza de sus experiencias, llegaría generalmente a conclusiones mejores que las de un hombre blanco que no haya tenido esa vida».


El furibundo Rush Limbaugh – la voz de la conciencia ultraconservadora – ha acusado a la jueza Sotomayor de «racismo a la inversa».


«El nuevo racismo no es mejor que el viejo racismo», ha escrito en Twitter el republicano Newt Gingrich. Más lejos ha ido aún el ex candidato presidencial Tom Tancredo, eterno azote de los inmigrantes: «La juez Sotomayor ha pertenecido a un grupo (La Raza) que es como el Ku Klux Klan, aunque sin las capuchas ni las horcas».


La ofensiva republicana ha calado hasta tal punto que el propio Barack Obama ha tenido que salir en defensa de su candidata. «Hay gente en Washington que está intentando volver a las viejas batallas sacando de contexto unos comentarios para distorsionar la carrera de la jueza Sotomayor», declaró el presidente. «Pero confío en que esos esfuerzos fallarán, porque el expediente de Sotomayor en estos 17 años está por encima de cualquier ataque y deja claro su dedicación a la justicia, sin sesgo y respetando el Estado de derecho».


El presidente Obama y su portavoz, Robert Gibss, admitieron sin embargo que Sotomayor no atinó a la hora de elegir sus palaras en la controvertida conferencia de la Universidad de Berkeley, en el año 2001. En su intervención, titulada La voz de una juez latina, Sotomayor llegó a admitir que «nuestro género y nuestro origen nacional pueden ejercer, y de hecho ejercen, diferencias en nuestra manera de juzgar».


La juez, de 54 años y origen puertorriqueño, criada en el Bronx neoyorquino, podría llegar a convertirse en la tercera mujer y la primera hispana en entrar por su propio pie en el Tribunal Supremo (en sustitución del juez David Souter). La última palabra la tiene el Senado, donde deberá comparecer de aquí al próximo verano para responder a las preguntas de sus señorías y pasar por la votación de rigor para acceder al puesto. La aprobación por parte del Senado no es un mero trámite. En ocasiones se ha tirado abajo a importantes candidatos. Sotomayor visitará este martes el Capitolio para tantear el terreno, precedida de la polémica desatada por sus declaraciones y por su militancia en otros grupos de activismo hispano como Acción Puertorriqueña a su paso por la Universidad de Princeton, donde admitió sentirse en su día como «una alienígena» (apenas había 20 estudiantes hispanos entre los 2.000).


La mayoría del Partido Demócrata en la Cámara Alta garantiza prácticamente su designación, pero todos recuerdan aún el precedente en 1993 de Landi Guinier, candidata a uno de los puestos más altos en el Departamento de Justicia, que tuvo que retirar su candidatura finalmente por haber defendido en el pasado las «cuotas raciales».


La caja de los truenos ultraconservarora ha seguido resonando durante todo el fin de semana en los talk shows de radio y televisión.


Pero también se han dejado escuchar las voces de algunos moderados, como es el caso del texano John Cornyn o del afroamericano Michael Steele, al frente del Comité Nacional Republicano, criticando la verborrea de sus correligionarios y destacando la designación de una mujer latina al Supremo como «un hecho histórico».

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