donostia. Las bandas del Este que actúan en Euskadi han descendido en un año a más de la mitad, pasando de las 55 identificadas en 2007 a 22 en 2008. No obstante, a pesar de que la Ertzaintza realiza un profundo seguimiento, sólo en cuatro casos pudieron practicar detenciones el año pasado, que acabaron en puestas en libertad condicional inmediata excepto en una ocasión.

Las primeras bandas albanokosovares compuestas por ex militares y policías llegaron a Euskadi en 1997 con el objetivo de “financiar la guerrilla de su país con el botín apresado en los robos”, explica un responsable de la unidad de la Ertzaintza encargada de investigarlas. Pero una vez acabada la guerra, los integrantes de las bandas han continuado con su actividad delictiva para su lucro personal, utilizando un modus operandi que deja muy pocos cabos sueltos.

“Nunca llevan armas de fuego cuando realizan un robo”, asegura el ertzaina, lo cual en caso de detención deja muy poco margen al juez, ya que sólo les puede imputar robo con fuerza, lo que implica dejarles en libertad hasta la fecha del juicio al cabo de uno o dos años. Sólo en una ocasión han asaltado una residencia familiar con sus ocupantes en el interior (en Sopelana, Bizkaia, en 2008). Pero, debido a la “alarma social que despertaron”, no han repetido una acción de este tipo, habitual en la Costa Brava y en la Sierra Madrileña, y que conlleva una pena elevada y cárcel preventiva por secuestro de personas e intimidación.

Los integrantes de estas bandas ya no viven aquí. A finales de 2006 y en el primer semestre de 2007 la Er-tzaintza, junto con la Policía Nacional, dirigió cinco operaciones que terminaron con la detención de más de 20 personas. El resto de grupos que quedaron funcionando se replegaron hacia el sur y fijaron su residencia en Madrid y Cataluña, lo cual todavía dificulta más los arrestos.

Si antes pasaban algunas temporadas en el Cantábrico en pisos de alquiler o pensiones, ahora sólo pisan Euskadi para practicar la acción y ejecutarla. “Ensayan con mucha meticulosidad cada robo que pretenden perpetrar”, explica el agente. En ese sentido, la colocación de nuevas cámaras de videovigilancia ha sido decisiva para apresar, en el corto periodo de tiempo que hay entre el ensayo y la puesta en escena del robo, a alguna de estas bandas tan difíciles de sorprender. Lo que todavía conservan en el norte son zulos donde esconden las herramientas que utilizan y almacenes para depositar el botín.

Los albanokosovares prefieren robar, en el siguiente orden, en empresas en polígonos industriales cercanas a una vía rápida, establecimientos hosteleros también aislados de los núcleos urbanos y gasolineras cerradas. En cambio, las bandas compuestas por rumanos se decantan más por la chatarra “y todavía son más nómadas”, apunta el agente y “abren el abanico delictivo”, intentando robar las cajas fuertes de los cajeros bancarios.

sin pistolas Sólo se les ha incautado pistolas a las bandas dedicadas al narcotráfico. “Las utilizan para intimidar a clientes que no han pagado. Portar un arma implica una pena mayor”, recuerda el agente. De los 22 grupos localizados en 2008, cinco se dedicaban al tráfico de estupefacientes.

cambio de vehículos Las matrículas de los vehículos utilizados en los asaltos tampoco aportan pistas decisivas en la investigación: “Alquilan coches y los cambian cada quince días”. También consumen los últimos modelos de inhibidores de frecuencia y están equipados con las mejores rotaflex del mercado. “Están muy especiliazados. Sólo conduce el mejor conductor. Sólo vigila quien tiene un mejor sexto sentido y buen manejo de los inhibidores de frecuencia. Sólo entra en el local quien posee mayor agilidad para desenvolverse”. De hecho, “es común que los grupos se intercambien algún miembro cuando necesitan rematar un trabajo, y se conocen perfectamente entre ellos”.