ELECCIONES EUROPEAS/ Las amenazas

La crisis da alas a los ultras

El Mundo, ALBERT SEGURA. ESPECIAL PARA EL MUNDO, 24-05-2009

Los xenófobos italianos de la Liga Norte compartirán bancada con los ‘populares’, un grupo que abandonarán los ‘tories’ para sumarse a los euroescépticos polacos y checos Formaciones nacionalistas se manifiestan en toda la Unión contra gitanos y musulmanes – La Eurocámara impedirá que Le Pen, el diputado de mayor edad, presida su sesión inaugural – El desencanto cunde entre los electores de Alemania, el mayor y más poblado Estado de la UE Bruselas


La nueva Eurocámara podrá impedir que el ultraderechista Jean – Marie Le Pen presida su sesión inaugural, pero no que una nueva hornada de euroescépticos y extremistas se instale en sus escaños este 7 de junio.


Si la abstención bate récords, como ya dan por hecho hasta en Estrasburgo, y los que votan castigan al establishment por la crisis salvaje y los despidos que no cesan, estos grupos hasta ahora marginales podrían lograr, por primera vez, la representación suficiente como para pintar algo en la política europea.


Le Pen, a punto de cumplir 81 años, será el eurodiputado de edad más avanzada y le tocaría presidir el pleno constitutivo del nuevo Parlamento Europeo en julio. Sin embargo, temiendo que el francés aproveche para volver a quitar importancia al genocidio nazi al grito de «las cámaras de gas fueron sólo un detalle de la historia», populares y socialistas se han puesto de acuerdo para reformar el reglamento interno: ya no abrirá la legislatura el más viejo sino el presidente saliente, en este caso el alemán Hans – Gert Pöttering, o alguno de sus vicepresidentes. «Por fin se han destapado y muestran su verdadera cara, la de dictadores», se queja Marine Le Pen, hija de Jean – Marie y eurodiputada.


Pero no es al provocador líder del Frente Nacional francés a quien temen la derecha y la izquierda europea, sino al terremoto provocado por el multimillonario Declan Ganley, verdugo del Tratado de Lisboa en Irlanda, y a las replicas de Libertas a lo largo y ancho de la UE.


El Parlamento Europeo con más poder de la Historia – con permiso de los irlandeses – puede convertirse, a la vez, en el más inestable si la oleada de candidaturas ultranacionalistas y euroescépticas consigue colarse en Estrasburgo. En la República Checa los neonazis del Partido Nacional desfilan contra los gitanos; el Partido de la Gran Rumanía promete «cristianos y patriotas para liberar al país de los ladrones»; en Austria los carteles del Partido para las Libertades reivindican «Occidente en manos de los cristianos»; en Bulgaria Ataka pide frenar la entrada de Turquía; y en Holanda las encuestas dan hasta tres escaños al populista e islamófobo Partido para la Libertad.


«El peligro es real, la Eurocámara va a quedar fuera de control si la gente no vota», advierte la eurodiputada italiana Monica Frassoni, líder de los Verdes. Lo mismo pidió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, en Madrid: «Voten a quien quieran, pero voten, porque el riesgo de la abstención es que los euroescépticos y los extremistas se adueñen de nuestro debate y de nuestro futuro». Algo que corroboran los sondeos. El nuevo Parlamento Europeo tendrá 49 escaños menos, porque el Tratado de Niza obliga a reducirlos de 785 a 736. España perderá cuatro eurodiputados, pero los volverá a recuperar cuando, a la segunda, los irlandeses den su sí al Tratado de Lisboa. Y Alemania seguirá siendo el socio con más eurodiputados, 99, aunque perderá peso en el grupo del PPE, que podría quedar en manos de los italianos por el desembarco de los eurodiputados de la Liga Norte. A Alemania se le restarán tres escaños en las próximas elecciones, las de 2014.


Formar un grupo parlamentario propio también será más difícil: se necesitarán 25 eurodiputados de siete nacionalidades diferentes en vez de los 20 de seis que bastan ahora. Pero la huida de los conservadores británicos, que abandonan a los populares europeos, permitirá formar un gran grupo abiertamente euroescéptico. La treintena de tories de David Cameron en Estrasburgo dejarán de compartir bancada con los eurodiputados de Nicolas Sarkozy, Angela Merkel y Silvio Berlusconi para formar un nuevo grupo que puede poner en apuros al Tratado de Lisboa. Junto a ellos se sentarán los polacos de Ley y Justicia, la formación de los gemelos Kaczynski, y los checos del ODS, el partido del presidente de turno más euroescéptico que recuerdan en Bruselas, Mirek Topolánek. La pérdida de los conservadores británicos debilitará, al menos numéricamente, a los populares, aunque Piotr Kaczynski, analista del Centro de Estudios de Política Europea, piensa todo lo contrario. «Ahora el PPE podrá ser europeísta sin complejos, sin las reservas euroescépticas que imponían los tories, que están sobredimensionados, y además seguirá siendo el primer grupo de la Eurocámara. Es el gran ganador de esta revolución», asegura.


Frassoni duda que los euroescépticos de diferentes nacionalidades logren ponerse de acuerdo en algo. «No tienen nada en común, sólo sus ganas de frenar a Europa, de vetar, bloquear y dar la lata», denuncia. Pero da por descontado que la Liga Norte arrasará en Italia. Marine Le Pen lo celebra: «La gran sorpresa de estas europeas será el triunfo incontestable de los euroescépticos. Populares y socialistas son las dos caras de la misma moneda ultraliberal, actúan como un partido único y son los culpables de la situación dramática de esta Europa proinmigración».


El think – tank Observatoire de l’Europe le da la razón y revela que en 2008 los eurodiputados del PPE y del PSE pulsaron el mismo botón en el 97% de las 535 votaciones nominales y sólo se enfrentaron en 18 ocasiones.


Mensaje xenófobo


«Pedimos una solución final para la cuestión gitana». Éste es el lema de campaña del xenófobo Partido Nacional checo, que utiliza el mismo eufemismo con el que la Alemania nazi definía el exterminio de los judíos los campos de concentración – la «solución final de la cuestión judía» – en su anuncio de televisión. La televisión estatal checa lo ha emitido gratis, y los ultraderechistas reivindican que no quieren más «parásitos» con imágenes denigrantes de la minoría romaní, que en su país llega a las 250.000 personas. El año pasado ese partido se ofreció a pagar todos los billetes de avión a los gitanos que quisieran irse del país.


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