Hace medio siglo Severo Ochoa obtenía el Nobel de Medicina, Cuba vivía el triunfo de su revolución y Bahamontes se hizo grande al ganar el Tour de Francia. También entonces, pero en Vitoria, un grupo de personas, la mayoría llegadas de diversos puntos de España, hacían lo imposible por poner en pie un barrio donde sólo había monte, tierra y hierba. Cincuenta años después, Abetxuko revive aquellos días con una mezcla de nostalgia, satisfacción y orgullo. El mismo que ayer les conminó a sentir el alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz, en un emotivo pregón de las fiestas del barrio, que se prolongarán hasta mañana.

En su discurso, el regidor socialista recordó aquel 1 de mayo de 1959 «cuando se dieron las llaves de 237 viviendas y las autoridades hablaban de crear una zona modelo, orgullo de la capital». Pero la realidad fue «muy distintita porque durante mucho tiempo se ha dado la espalda a Abetxuko, aunque hoy podemos decir que estamos unidos por muchas cosas», recalcó.

Lazcoz aprovechó la ocasión para elogiar a sus habitantes por ser «un modelo de integración de personas de diversos sitios y culturas, algo por lo que tenéis que estar orgullosos». En un discurso con una cargada dosis sentimental, el político socialista invitó a los vecinos a «no olvidar nunca vuestros orígenes, porque forman parte de vuestra dignidad como personas e identidad como barrio».

Toda una vida

Palabras que reflejaron el sentir de muchos de los presentes, como el de la malagueña Maribel Guidado, que llegó a Abetxuko hace tres décadas junto a su marido Domingo García. «Esto no lo cambio por nada», señaló categórica. Y es que para muchos, esas calles, casas y gentes representan toda su vida. «Vine en el 58, mi marido era albañil y compramos un terreno en la calle Araca, cuando esto era todo monte y piedras. Aquí levantamos la casa y aquí han nacido mis hijos, el mayor precisamente cumple en junio 50 años», recordaba Mari Medina.

Pero la festividad también tuvo su parte reivindicativa. La presidente de la asociación de vecinos Uribe Nogales, Paquita Sanbartolomé, echó en cara al alcalde en un tono distendido que «no se hubiera mojado en algunas cosas», en referencia a mejoras en equipamientos o en las líneas de autobús urbano. «El primer baño me lo daré en el Zadorra», prometió el alcalde en un intento de evadir la cuestión. Sin éxito. «¿Hay compromiso o no?», insistió la portavoz vecinal. «Depende de para qué», fue la respuesta. «Seguiremos pidiendo, pero por favor, no te pongas tapones en los oídos», concluyó Sanbartolomé.