La familia procedente de Sestao que fue repudiada por los vecinos de La Arboleda no se trasladará de momento a la vivienda protegida que el Gobierno vasco le concedió en el poblado minero. A cambio, demanda otro piso similar en Trapagaran. Así lo manifestaron ayer en su nombre los portavoces del Consejo Gitano en el País Vasco, quienes explicaron que «aunque la legalidad les ampara», están dispuestos «a poner de su mano para favorecer la convivencia». Así, afirmaron su voluntad de «renunciar» a la casa que les ha sido asignada, «siempre que se ofrezca en contrapartida una vivienda en el municipio que reúna unas condiciones equiparables».

Los responsables del Consejo, que aúna a diez asociaciones gitanas en Euskadi, explicaron que solicitarán otra reunión con el Ayuntamiento de Trapagaran para escuchar sus ofertas y recordaron que el piso que el Consistorio les había propuesto en Galindo, junto al hostal que la familia ocupa desde agosto de 2007, «es groseramente insultante en las condiciones que se ofrece». «Es una indecencia que se proponga una casa fuera de ordenación y en condiciones de habitabilidad y salubridad inaceptables», protestó su portavoz, Mari Carmen Jiménez.

Por su parte, el Ayuntamiento de Trapagaran rechazó ofertar nuevos emplazamientos al conocer la voluntad de la familia. «No hay ninguna otra vivienda», advirtió la portavoz del equipo de gobierno, Pilar Souto. Según la edil, no existen más alternativas que la propuesta en la calle Las Delicias de Galindo. «La oferta es ésa y no hay otra», zanjó.

Acusaciones de racismo

El Consejo Gitano del País Vasco no puso ningún plazo a la presentación de opciones, pero anunció que no podrá prolongarse de manera «infinita». «Si no hay una solución rápida, al final irán a La Arboleda porque todos los derechos les amparan», aclaró Eduardo Motos, de la asociación gitana de Barakaldo. Algo que el colectivo quiere evitar para «garantizar la seguridad» del matrimonio y sus cinco hijos.

Los portavoces de estos colectivos recordaron que la familia reside en un hostal ubicado en un polígono industrial, donde «es constante el paso de camiones y los menores juegan junto a las vías del tren». También ahondaron en las acusaciones de racismo hacia los residentes de La Arboleda. «El escrito presentado en el Ayuntamiento por los vecinos el 19 de octubre, cuando aún no sabían qué familia iba a ser realojada, ya dejaba clara su negativa a admitir personas gitanas en el barrio», denunció Jiménez.