El padrón de la provincia ha pisado el pedal de freno. Como reflejan las tablas del Instituto Nacional de Estadística (INE), Málaga sigue dando el estirón, pero a ritmos mucho más pausados que a los que lo hacía hace sólo un par de años. El último dato publicado por este organismo revela que la población a fecha de principios de abril era de 1.567.581 habitantes, 4.975 más que los contabilizados a comienzos de 2009: 1.562.606. El cruce de ambas cifras deja un avance demográfico de 1.243 personas mensuales, una cifra tres veces inferior a la de 2007, cuando la evolución rondaba los 3.351 habitantes por cada hoja del calendario.

Por sexos, la balanza está prácticamente equilibrada, aunque a tenor de la estadística entre los nuevos empadronados ganan las mujeres (650 nuevas inscripciones de media al mes), frente a los hombres, con 593.

Cambios migratorios

Fuentes consultadas por este periódico apuntan al paulatino descenso de la natalidad y a los cambios migratorios por la crisis como motivos de este frenazo en el ritmo de crecimiento del padrón de la provincia.

A la vista de los datos oficiales, las dificultades que sortean los hogares están frenando la llegada de inmigrantes, mientras que el número de personas que deciden hacer las maletas y abandonar Málaga aumenta a ritmos cada vez más acelerados.

Este escenario continuará en los próximos años, como reflejan las proyecciones de población del INE. Según este informe, en 2018, la provincia tendrá 1.787.082 habitantes, un 16,9% más que los actuales. Sus conclusiones advierten de que en esa fecha aumentarán significativamente los habitantes por encima de los 65 años (un 31,8%) mientras que la inmigración procedente de fuera de España se desplomará un 31,5%. Esta pérdida de poder de atracción es un factor clave en el citado retroceso del compás de crecimiento del censo malagueño.