Conferencia de la ONU sobre el racismo Israel y el día del Holocausto

Sobrevivir por el fútbol

La Vanguardia, , 22-04-2009

HENRIQUE CYMERMAN – Tel Aviv. Corresponsal

“Tenía un motivo para vivir”, dice el máximo goleador de una liga que ganaban los que comían mejor
Es una de las historias más extrañas de la shoah (el holocausto). Entre 1942 y 1944, 150.000 judíos fueron concentrados por los nazis en el gueto de Terezin, en la República Checa. 90.000 personas fueron transportadas en trenes a las cámaras de gas de Auschwitz; 30.000 perdieron la vida antes de abandonar el gueto, al ser fusilados o a raíz de enfermedades. Otros 30.000 lograron sobrevivir. Uno de ellos fue Peter Eisenberg, que en la actualidad tiene 88 años y vive en Israel.

Peter, que como todos los judíos estaba obligado a llevar cosida en su abrigo una estrella de David amarilla, era el máximo goleador de la liga de fútbol del gueto. Él cree que eso le salvó la vida. Para tranquilizar a la Cruz Roja, los nazis habían permitido crear un teatro, una filarmónica y una liga de fútbol que funcionó tres años. Los domingos, miles de personas tenían su único momento de alegría en el estadio local.

“Nos moríamos de miedo. Temíamos que nos deportaran a las cámaras de gas. Pero cuando el árbitro iniciaba el partido nos olvidábamos de todo”, explica Eva Eisenberg, esposa de una de las estrellas de la liga, Peter, al que conoció en Terezin. Mirándole con orgullo, añade: “Él tenía muchas admiradoras. Cada vez que entraba en el campo todas las chicas se enamoraban de él”.

A pesar de los trabajos forzados y de la atmósfera de muerte, el fútbol convirtió a los jugadores en las estrellas locales: “Éramos perseguidos por los jóvenes y las chicas que nos pedían autógrafos”, recuerda Eisenberg. El antiguo jugador visita una exposición sobre la liga de fútbol que tiene lugar en Tel Aviv con ocasión del día del Holocausto, conmemorado ayer en el mundo judío. “Los futbolistas a menudo eran deportados hacia las cámaras de gas, y era necesario reemplazarlos. Un día los organizadores de la liga me llamaron y me dijeron: ahora te toca a ti”.

Cada equipo tenía su uniforme y su himno, y los jugadores estaban divididos según sus profesiones. Carniceros, cocineros, encargados de la ropa, electricistas y encargados del trabajo. Los dos primeros equipos casi siempre ganaban, ya que comían mejor. “El fútbol nos daba esperanza. Mientras se jugaba, yo tenía un motivo para vivir. Nos olvidábamos del hambre y de que estábamos encerrados en un gueto”, dice Peter. Otro jugador superviviente, Yaakov Tsuier, afirma que “incluso los soldados alemanes veían los partidos y tenían un equipo favorito”. “Poco después, sin piedad, podían fusilar a un jugador”.

En 1944 crecían los rumores de que los millones de judíos llevados a los campos de trabajo estaban siendo asesinados. Un día llegaron cámaras de cine para hacer una película propagandística sobre Terezin, con el nombre de El Führer les regala una ciudad a los judíos.Uno de los temas fue la final del campeonato, que resultó ser el último partido de la liga: poco después, los nazis destruyeron totalmente el gueto y sus habitantes fueron trasladados.

Peter fue llevado a Auschwitz, pero sus carceleros le ofrecieron vivir en las mismas condiciones que ellos y jugar en el campo de exterminio. “Me negué, porque para mí el fútbol era sagrado, y no iba a jugar con esa banda de asesinos”. Gracias a su excelente forma física, logró sobrevivir. Hoy no se pierde ni un partido, especialmente los del Barça, que admira profundamente. En Israel, apoya al Maccabi Tel Aviv, ya que, según dice, adoptó el amarillo para recordar las estrellas de David que los nazis imponían a los judíos. Mientras visita la exposición, mira una foto suya con la estrella en la camiseta y suspira: “Debo mi vida al fútbol”.

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