El racismo, en Ginebra

Diario de Noticias, por joseba santamaria, 21-04-2009

La Conferencia Mundial Contra el Racismo de Ginebra arrastra el boicot político de EEUU, Israel, Canadá, Australia, Italia o Alemania, que participa como observador. La polémica se centra en la participación del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, un negacionista del Holocausto, de la realidad del exterminio planificado de millones de judíos por parte del régimen nazi alemán. Evidentemente, su visión teocrática del Estado que, por cierto, coincide con la evolución ultraconservadora y religiosa del sionismo en Israel y su fanatismo antijudío no le amparan para denunciar el racismo y la xenofobia. Pero ello no impide que se pueda y deba discutir la actitud del actual Gobierno de Israel del que forman parte el líder ultraderechista y xenófobo Avigdor Lieberman y los sectores judíos ultraortodoxos. Porque más allá de la evidencia de que la mayoría de los judíos no son racistas como la mayoría de los musulmanes no comparten la lectura fanática del islam, tan peligroso es negar el Holocausto como justificar la persecución y expulsión de los ciudadanos árabes y palestinos de Israel o de sus tierras. El racismo puede ser étnico, religioso, político, sexual o económico (ahí está el Muro de la Miseria que ya divide Río de Janeiro para separar las favelas ubicadas junto a zonas ricas), y es ésa realidad la que debe denunciar y perseguir la ONU. Pero no parece que Ginebra vaya a dar mejor resultado que la anterior cita en Durban (Sudáfrica) en 2001. Basta recordar la directiva de la vergüenza aprobada en el Parlamento Europeo, que vincula el reconocimiento de los derechos humanos de las personas inmigrantes a su situación administrativa.

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