Los bengalíes recojen más de 10.000 firmas de apoyo entre los melillenses

Los 63 inmigrantes se han vuelto a concentrar este fin de semana para pedir al delegado del Gobierno que regularice su situación en España. Todos han recibido formación profesional para tener salidas laborales

Diario Sur, VENTURA GARCÍA, 06-04-2009

Los 63 inmigrantes bengalíes que residen en Melilla desde 2005 han conseguido recoger más de 10.000 firmas de apoyo entre los ciudadanos. Tratan de conseguir el respaldo suficiente para que el Gobierno reconsidere su postura y regularice su situación en España, una situación que actualmente les impide buscar un empleo, montar su propio negocio o viajar.

La mayoría de ellos llegó a Melilla a finales de 2005 y desde entonces ha visto salir del Centro de Estancia Temporal, rumbo a la península, a subsaharianos, marroquíes y argelinos. Los bengalíes no entienden por qué únicamente ellos, que han recibido formación profesional y han demostrado su buen comportamiento tanto dentro como fuera del centro, continúan cuatro años después esperando unos papeles que no llegan.

A las pocas semanas de entrar en España, participaron junto a los subsaharianos en cursos de albañilería, soldadura, carpintería o labores del hogar. Desde la Administración se les animó a realizarlos porque ese tipo de formación abriría para ellos las puertas del mercado laboral; los inmigrantes africanos fueron trasladados a la península pero ellos siguen en Melilla con la incertidumbre de no saber si serán expulsados del país.

Todos coinciden en reconocer su intención de permanecer en España, donde dicen que el trato que han recibido de los ciudadanos es inmejorable. Uno de ellos explica cómo nadie hace preguntas cuando piden su firma de apoyo, cómo se prestan a ayudarles en cuanto haga falta.

Aunque alguno de los inmigrantes ha cumplido ya los cincuenta, casi todos tienen menos de treinta años y muchas ganas de trabajar y formar su propia familia. «La vida es muy corta», afirma uno de ellos, «y nosotros ya hemos perdido cuatro años esperando y otros dos para llegar hasta aquí».

Un largo viaje

Los bengalíes realizan un largo viaje hasta alcanzar el sueño español. Después de vender lo poco que poseen para pagar a las mafias, han de atravesar decenas de países en condiciones infrahumanas, hacinados en viejas camionetas atestadas de gente o escondidos en el doble fondo de algún vehículo. Cuentan que el desierto del Sáhara está lleno de cadáveres de jóvenes que, como ellos, un día intentaron acercarse a Europa. «En el desierto llegué a vomitar sangre», recuerda sonriendo uno de ellos, «por el hambre, el miedo y el cansancio».

Llegados a este punto, los 63 inmigrantes bengalíes están convencidos de que sería mejor morir que regresar sin papeles a su país. Algunos han dejado allí a sus novias, prometiéndoles que un día volverían; todos se han separado de sus familias, de sus amigos, de su tierra. Desde Melilla envían casi todo el dinero que ganan lavando coches, tirando la basura o limpiando ventanas. Con cien euros pueden vivir en Bangladesh muchas personas durante un mes, llenar un poco más los platos o conseguir medicinas.

El sábado volvieron a concentrarse – está vez en la Plaza Menéndez Pelayo – para suplicar al delegado del Gobierno que interceda por ellos y les consiga esos ansiados papeles por los que tanto tiempo y con tantas han luchado.

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