El arraigo de los inmigrantes dispara las bodas

Los matrimonios en Marbella se han multiplicado por cinco como consecuencia del 'boom' migratorio de la última década

Diario Sur, M. J. CRUZADO, 30-03-2009

Casarse se ha puesto de moda en Marbella. El número de parejas dispuestas a dar el sí quiero en la ciudad se ha multiplicado por cinco en el último año. Los datos del Registro Civil hablan por sí solos. De 142 matrimonios inscritos en 2007 se ha pasado en doce meses a 528, lo que supone un incremento del 272,8%. Las iglesias de Marbella tienen prácticamente todos los sábados cubiertos hasta 2010. El Registro Civil celebra una media de cuatro o cinco bodas cada viernes y las asesorías fiscales de la ciudad han registrado un incremento del número de citas para informarse sobre las ventajas fiscales de casarse en plena crisis.

El número de matrimonios en Marbella ha mantenido un crecimiento sostenido en los últimos años. La ley del divorcio exprés provocó un aumento de enlaces en segundas nupcias y la del matrimonio entre parejas homosexuales. Sin embargo, en 2008 y sin una nueva legislación que lo justifique, la cifra se disparó. ¿Por qué? La causa hay que buscarla en la nacionalidad de los contrayentes, la mayoría extranjeros. Según la profesora de Geografía Humana de la Universidad de Málaga Carmen Carvajal la respuesta está en los flujos migratorios. «La mayoría de los inmigrantes llegaron a la Costa del Sol con el ‘boom’ económico entre 2000 y 2005 atraídos por el empuje de los sectores de la construcción y la hostelería, y huyendo de la situación económica de sus países de origen. Años después han echado raíces en la ciudad, han buscado pareja y ahora quieren formalizar la relación y crear una familia. No es más que el proceso de normalización de su situación».

Anglosajones, latinoamericanos, marroquíes y ciudadanos procedentes de Europa del Este se han asentado de forma masiva en la ciudad en los últimos años. Mientras los primeros han llegado con una edad avanzada y han decidido instalarse para disfrutar de su jubilación, el resto suelen ser veinteañeros que han venido a Marbella para buscar trabajo. «Se trata de un proceso de selectividad migratoria; la emigración económica la protagonizan adultos jóvenes y solteros porque tienen más facilitad para viajar y menos ataduras familiares», señala Carvajal. Así, las mujeres suelen tener entre 20 y 35 años y los hombres, entre 25 y 35, la edad media para contraer matrimonio.

En las uniones en los que uno de los contrayentes es extranjero también hay picaresca, ya que se trata de una de las fórmulas para evitar la expulsión del país y adquirir la nacionalidad española. El propio informe 2008 del Registro Civil de Marbella realizado por el Decanato de Málaga revela que este tipo de prácticas fraudulentas se dan más en la Costa donde la población inmigrante ha crecido de forma exponencial. «No es infrecuente encontrar expedientes con informe negativo del Ministerio Fiscal y posterior auto denegando la autorización para contraer matrimonio», apunta el juez decano, Manuel Caballero Bonald, en su inspección anual rutinaria.

Turismo nupcial

Al ‘boom’ migratorio se unen otros factores. Marbella se ha convertido en uno de los destinos turísticos nupciales por excelencia. Parejas de los cinco continentes, especialmente de ascendencia irlandesa, eligen la ciudad para celebrar su enlace, y de paso, la luna de miel en la Costa del Sol. Agencias de viajes ofertan un paquete nupcial todo incluido que resulta un reclamo infalible para muchos novios que ven en la ciudad un destino exótico a un precio razonable. En una de cada tres bodas celebradas por el rito católico en Marbella al menos uno de los dos contrayentes es extranjero. Incluso la sinagoga de Marbella se ha convertido en cita obligada para parejas judías de América, África o Europa.

La crisis económica también influye. Para muchas parejas las ventajas fiscales que se adquieren al contraer matrimonio son una de las razones de peso para decidir dar ese paso. Como explica Juan Luis Marín, delegado provincial de la Asociación Española de Asesores Fiscales, «el IRPF defiende y protege de manera más amplia al matrimonio civil y pone más ‘barreras’ tributarias a la equiparación de otro tipo de uniones». Así, existen diferencias significativas en el tratamiento fiscal que se aplica a los diversos tipos de parejas, entre las que destaca la posibilidad de optar en la declaración de IRPF por tributar de manera conjunta o individual.

Estar casado o no también tiene su efecto en el porcentaje de retención en nómina de forma que la persona unida oficialmente con una pareja que no trabaja tiene derecho a un nivel de retenciones más bajo que otra civilmente soltera siempre que no supere los 1.500 euros de sueldo. Los matrimonios en régimen de gananciales gozan, además, de beneficios frente a las adjudicaciones hereditarias y más ventajas, por ejemplo, a la hora de comprar y vender las viviendas, sobre todo, si venden el inmueble antes de que sea considerado como residencia principal.

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