La policía desarticuló una red de explotación sexual que tenía varias viviendas y detuvo a seis personas

Con jornadas laborales de 20 horas, sin poder ducharse entre cliente y cliente, forzadas a mantener relaciones sexuales sin preservativo, con un juego de sábanas diarias y con multas de 20 euros si prolongaban los sesenta minutos de descanso para salir a comprar algo de comer. Así era la vida de las diez esclavas sexuales liberadas el miércoles y el jueves por agentes de la Policía Nacional en A Coruña, que las encontró hacinadas en pisos patera con habitaciones de siete metros y dos literas para entre seis y ocho ocupantes. Una de las jóvenes – la mayoría eran sudamericanas que se encontraban en situación irregular en España – se intentó tirar por la ventana desde una altura de ocho metros cuando se inició el registro policial y fue salvada al vuelo por uno de los agentes, que resultó herido en el costado izquierdo. «Venimos a sacarlas de aquí, no puedes pararte a pensar en las consecuencias, podíamos haber caído los dos pero no fue así y lo volvería a hacer», declaró el agente.

La operación Cascabel, que así se denominó el operativo de la Unidad contra Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (Ucrif), se saldó con seis detenidos – cuatro hombres y dos mujeres – vinculados a las firmas Etiqueta Negra y Gatitas, acusados de un delito de prostitución y asociación ilícita. El matrimonio formado por M.?A.?R.?P. y M.?M.?C.?R., de 41 y 39 años, respectivamente, y residentes en Abegondo, eran los cabecillas de la organización. Ambos administraban una peluquería – salón de belleza, con domicilio social en el barrio coruñés de la Sagrada Familia y que era utilizada para lavar el dinero negro procedente de la explotación sexual de las mujeres.

Los otros implicados en la trama son R.?G.?C., de 45 años y natural de Agolada (Pontevedra), M.?J.?M.?P., 58 años, de Portugal, F.?J.?B.?F., de 32 y nacido en Suiza, y M.?G.?P.?A., de 58 años y natural de Uruguay. Todos eran vecinos de A Coruña.

Estos cuatro ejercían funciones de personas de confianza como mamis (madames) o encargados, que gestionaban y controlaban a las chicas para que cumpliesen las normas. A las mujeres prostituidas les imposibilitaban usar la cocina para obligarlas a comer fuera del horario establecido, lo que significa que si estaban realizando un servicio durante ese tiempo se quedaban sin comer. También debían tolerar el consumo de drogas por parte de los clientes en su presencia. Otro de los aspectos que más alertó a las autoridades fue la obligación de mantener relaciones sexuales sin preservativo. Las autoridades recuerdan que las investigaciones luchan contra las reticencias de las víctimas a formular denuncias contra sus explotadores por miedo a represalias.

Los seis detenidos fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción número 3 de A Coruña.

En el registro llevado a cabo en distintas casas de A Coruña y Abegondo se intervino numerosa documentación relacionada con la actividad ilícita, un ordenador, 1.500 euros en efectivo, dos datófonos para el cobro con tarjetas bancarias y sus correspondientes recibos y cuadrantes de servicio de las chicas.

Asociación vecinal

Uno de los que más celebra las detenciones es Manuel Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos de los Mallos. «Sabemos que en el barrio hay pisos donde se ejerce la prostitución, hay algunos edificios de pocos vecinos que notan una irregular afluencia de gente y a horas muy extrañas», señala Fernández, quien añade: «Ahora han descubierto estos, pero sabemos que quedan unos cuantos más. La labor policial está siendo de sobresaliente».