debate sobre los menores inmigrantes

"Hay delincuentes, pero no todos los chavales de Deba son tan malos"

educadores y menores critican que en la acogida se trabaja "sin previsión". "Un chico que estuvo en Deba me enseñó el billete que le habían pagado para que se fuera a Madrid", dice un menor. Buena parte de los menores acogidos, como Moha, se levantan de madrugada para realizar largos desplazamientos por el territorio hasta su lugar de formación.

Deia, Jorge Napal , 28-03-2009

tolosa. Una de las canciones que acaba de componer retrata la situación: “He visto muchas cosas en la calle, nadie me dará lecciones…”, entona el chaval, haciendo una traducción improvisada del árabe al castellano. A Moha le encanta el rap. En sus letras refleja siempre sus vivencias y en los últimos tiempos las canciones le salen a borbotones porque los acontecimientos se han precipitado de tal modo que encuentra en su propia vida una fuente inagotable de inspiración. Este joven, de 17 años, ha pasado por el centro de acogida de urgencia de Tolosa, fue trasladado cuatro meses después al de Martutene, y desde hace unos días ocupa un piso en el interior del territorio, que comparte con otros seis chavales. “Soy de los que no da problemas”, sonríe a modo de saludo.

El encuentro tiene lugar en Tolosa. El chaval es educado, amable a más no poder, pero las buenas maneras también acaban por ceder al malestar. “Parece que todos somos unos delincuentes. Eso no es así”, arranca a decir sacando un recorte de periódico.

Los menores extranjeros que llevan una vida más o menos normalizada, que la Diputación de Gipuzkoa cifra en más de un 80%, se muestran molestos por el curso de los acontecimientos, aunque reconocen que es difícil abstraerse del torrente informativo que les salpica.

Moha no quiere enturbiar más las cosas, pero admite que hay algunas cosas que no funcionan en el sistema de acogida. “Conozco a chavales que mandaron a Zaratuz dice en relación al centro de acogida de urgencia provisional, ya cerrado que se largaron de allí porque los educadores les decían que ahí sólo iban a encontrar desayuno, comida y cena. Nada de formación. Ningún proyecto educativo. ¿Qué iban a hacer?”, se pregunta.

fugas

Realojamientos

Tres se fugaron a Madrid, otros tantos a Zaragoza y La Coruña, hasta que la Policía los interceptó y tuvieron que regresar a Gipuzkoa, donde tienen la tutela. Cuando regresaron, el centro de Zarautz ya estaba cerrado. Moha y otros educadores consultados explican que en los últimos meses el realojamiento de los chavales no siempre se ha llevado a cabo “en función de los avances” y del desarrollo individual sino más bien siguiendo “otro tipo” de criterios. “A veces, es simplemente una cuestión temporal, en la medida que llegan”, expone una educadora. “Hace falta una mayor coordinación porque cuando se manda a un chaval a un centro se supone que debe estar motivada esa derivación, algo que no siempre ocurre”, agrega.

No quiere decir que la Diputación esté obrando mal a sabiendas, pero observa que se está trabajando con “mucha falta de previsión”. “Es preciso crear las condiciones adecuadas para no acrecentar la situación de alarma”, sostiene.

La ONG SOS Racismo ha criticado en más de una ocasión que está aprovechando la reorganización de los centros para forzar a los menores más conflictivos a que se marchen del territorio. Moha se limita a decir lo que ha visto. “Un chico de los que estuvo en Deba me enseñó el billete. Cógelo y vete a Madrid, le dijeron pagándole 85 euros. Me lo enseñó y lo rompió delante mío. Lo único que quería era seguir formándose en el taller”, confiesa.

excusas

“Las cosas están cambiando”

El chaval cree que en muchos casos se está buscando "cualquier excusa para mandarlos de aquí. Algunos menores relatan que llevan tiempo escuchando que Gipuzkoa no va a recibir a más menores. “Para los nuevos que lleguen va a ser muy complicado que puedan dejar atrás los centros de primera acogida y entrar en pisos. Las cosas están cambiando”, dice un chaval.

El mejor amigo de Moha, el mismo que le acompañó bajo un camión durante las diez horas que se prolongó el trayecto entre Melilla y Málaga, fue uno de los afectados. “El chico mostraba un comportamiento incluso mejor que el mío. En el centro de Tolosa siempre ayudaba en la cocina y hacía la cama. Todo se complicó por una pelea. La educadora dijo que empuñó una botella de cristal. No creo que fuera para tanto, pero a partir de ahí nada volvió a ser igual. Se lo llevaron a Zarautz y se fugó a Madrid. Cuando le cogió la policía le devolvió a Deba, de donde se ha marchado. El sábado quedé con él. Está muy mal. Vive con ropa sucia y mojada, y no tiene ninguna gana de volver a ese centro, donde nadie quiere estar. Dicen que es como una casa vacía, donde no hay ventanas ni puertas, un centro en el monte aislado de todo. Aunque haya delincuentes entre ellos, no todos los que están en Deba son tan malos, no merecen ese trato. Mi amigo no es así”, asegura.

curso judicial

Malos tratos y abandono

Las diligencias de la Fiscalía y del Juzgado de Instrucción de Donostia siguen su curso tras las denuncias presentadas por dos grupos de menores del centro de Deba tras supuestos malos tratos y abandono. Moha no se atreve a entrar en detalles. “Hay quien dice que a alguno de ellos le llegaron a estampar la cabeza contra un árbol. No lo sé. No me han dicho nada”.

Lo que sí conoce bien de cerca es la realidad que vivió en Tolosa, que prefiere relegar al recuerdo. “Muy mal, muy mal, muy mal”, reitera hasta el infinito con un susurro de voz para que no le escuche ninguno de los vecinos que comparten una mesa próxima de la cafetería donde tiene lugar la charla. “Todo era muy guarro. Las peleas eran continuas y había vigilantes y educadores que se ponían en medio para evitarlas pero no servía para nada. La casa estaba destrozada, la gente pintaba las paredes, hacían lo que les daba la gana, y ahí no había ningún tipo de control”, lamenta.

El centro de Tolosa echó la persiana a mediados de febrero. A Moha le mandaron al centro de acogida de Urgencia de Uba (Martutene), donde estuvo a gusto. Pero dice que muchos de los menores que llegaron a partir de enero fueron derivados directamente a Zarautz, de donde se fugaron “porque no había manera de conseguir papeles ni hacer nada”.

firmas

“Altas voluntarias”

Una trabajadora de SOS Racismo explica que en no pocas ocasiones se ha llegado a forzar a algunos chavales a “firmar altas voluntarias” para que abandonen los centros y marchen del territorio.

Asegura tener conocimiento de más de un caso, algo que la Diputación niega. “A nosotros sí nos consta”, insiste la misma fuente, que hace una reflexión sobre ese modo de actuar. “Creemos que se está apostando por una política de meter en un mismo centro a todos los chavales que crean problemas. Pero sin ningún ánimo educativo. El único fin es que se vayan”, asegura.

La diputada foral de Política Social, Maite Etxaniz, cree que el papel que está jugando SOS Racismo respecto a la atención de los menores extranjeros no acompañados “ha sido claramente distorsionador y perturbador en la atención”. Asegura que “se equivocan de plano en la perspectiva” porque en la atención a los menores SOS Racismo “antepone” su origen a las necesidades. “Si son acogidos por el sistema de protección infantil es porque son menores en desprotección, no porque sean extranjeros”, recalca.

“Muchos chavales que mandaron a Zarautz se fugaron porque no había ninguna formación”, asegura el joven

Educadores critican que el realojamiento “no siempre” se lleva a cabo en función de los avances del menor

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