"Al principio no podía asistir a violadores"

Diario de Noticias, 28-03-2009

pamplona. Hace sólo tres años que llegó a España, pero Sorina Alina Cesh, de 41 años, ya puede ejercer como traductora de rumano, su lengua materna, y de alemán. Aprendió español en Vitoria, donde le animaron a trabajar como intérprete. “Hay mucha necesidad de estos servicios en el ámbito judicial, educativo y sanitario, sobre todo, para atender a inmigrantes procedentes de los países del Este”, explica esta especialista en microelectrónica, que reside en Pamplona desde hace algo más de dos años.

“No creí que fuera capaz de trabajar como traductora porque me había preparado para algo distinto, además, nunca había entrado en un cuartel ni en un juzgado, por eso todo este mundo me impresionó: el ambiente, los abogados, las togas… Luego comprobé que no había problemas. Es más, si los jueces y letrados ven que tienes dificultades, aunque todo debe ir rápido, sobre todo en Sanfermines, cuando hay muchos más casos, te dan tiempo y te ayudan”, apunta.

Pese a este respaldo, Sorina también se enfrentó a dificultades. “El primer año reconocí mis límites en el caso de violaciones. No sabía si iba a poder estar frente a un violador, y no porque se hubiera producido ningún acontecimiento en mi vida que me lo impidiera sino porque temía emocionarme. Comuniqué a la empresa que prefería no atender estos casos hasta acostumbrarme. En la actualidad, lo hago sin problemas”. Es más, la intérprete manifiesta ahora su predilección por los casos más duros: violencia doméstica y abusos a menores. “En ellos tengo la posibilidad de manejar más el idioma porque trabajo con diferentes profesionales, incluidos psicólogos. Me dan la oportunidad de completar la tarea de traducción”.

Sorina entiende que algunos detenidos rechacen sus servicios. “En tal caso permanezco al margen. No me molesta, ya que al final la mayoría admite que necesita ayuda, sobre todo porque desconoce los términos judiciales”.

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