La crisis expulsa a más hombres que mujeres inmigrantes

El Periodico, A. BAQUERO / S. GONZÁLEZ / D. PLACER, 24-03-2009

Se van padres y maridos. Se quedan madres e hijas. Este es el patrón de retorno que se observa en muchas familias inmigrantes, especialmente latinoamericanas, que han optado por el regreso a su país de algunos de sus miembros para hacer frente a la crisis económica. La razón principal de que sean sobre todo los hombres los que regresan obedece a que son ellos los que, en la mayoría de los casos, se han quedado en el paro. Ellas, por el contrario, mantienen su puesto de trabajo que, aunque suele ser precario y en la economía sumergida, les proporciona unos ingresos superiores a los que obtendrían en su país de origen.
Entre los inmigrantes, el drama del desempleo está afectando el doble a hombres que a mujeres. Así, desde octubre del 2008 a enero del 2009, 64.337 hombres inmigrantes perdieron su trabajo en España, según las cifras de afiliaciones a la Seguridad Social. Esto supone una caída del 8,4%. En cambio, porcentualmente, el descenso del empleo femenino fue mucho menor: el 4,2%, los que significa que 23.846 extranjeras se quedaron en paro.

DIFERENCIAS POR SECTORES
El resultado es que, de los 90.000 inmigrantes no comunitarios que han perdido su empleo en este periodo, dos de cada tres eran hombres. Esa masculinización del paro inmigrante está estrechamente relacionada con el hecho de que el sector más afectado por la recesión es el de la construcción, ocupado mayoritariamente por hombres. “El paro inmigrante es sobre todo masculino porque los sectores más golpeados por la actual crisis son sobre todo los sectores masculinos”, explica Ghassán Saliba, secretario de Inmigración del sindicato CCOO en Catalunya.
En cambio, el trabajo de las mujeres inmigrantes se concentra más en el sector servicios y el hogar, donde el impacto de la crisis está siendo menor. Además, la dependencia de muchas familias españolas del trabajo que desempeñan las inmigrantes (desde canguros hasta encargadas de la limpieza pasando por cuidadoras de ancianos) hace que, por ahora, sus empleos no peligren.
Ese fue el caso de los Gonzáles, una familia boliviana a la que la crisis vuelve a dividir. El padre, Abraham Gonzáles, y su esposa, Sonia Navia, han decidido regresar a Bolivia después de pasar varios meses sin encontrar un empleo. Sin embargo, sus dos hijas mayores, de 20 y 21 años, continuarán viviendo en Barcelona, pues ambas siguen trabajando como empleadas del hogar.
No obstante, en el colectivo marroquí y paquistaní son las esposas las que están regresando. Eso se debe a que, en esos grupos, la tasa de incorporación al mercado laboral de las mujeres es muy reducida y mucho menor que la de las latinoamericanas. Por ello, cuando las cosas se tuercen, lo primero que hacen los paquistanís y los marroquís es enviar a sus esposas e hijos de regreso.

ECUATORIANOS Y MARROQUÍS
Igual que el paro no ha afectado del mismo modo a hombres y mujeres, tampoco ha causado los mismos estragos en todas las nacionalidades. Los colectivos más afectados son el ecuatoriano, con 24.813 parados en esos cuatro meses; seguido del marroquí, con 17.150 desempleados; el colombiano, con 13.614; el rumano, con 6.172, y el peruano, con 5.831.
Un caso aparte es la comunidad china, que presenta una llamativa pérdida (por escasa) de solo el 0,2% de los empleados. De hecho, durante esos meses, solo 193 chinos se han quedado en el paro, lo que demuestra una vez más que este colectivo vive en España inmerso en una ecosistema económico cerrado y paralelo al conjunto de la economía.

ALTA IRREGULARIDAD
También es llamativo el hecho de que la comunidad boliviana, una de las más azotadas por la crisis y que está registrando más regresos a su país de origen, solo ha perdido 440 empleos. La realidad es que los bolivianos que se han quedado sin trabajo son mucho más numerosos, pero la elevada tasa de irregularidad en este grupo de foráneos hace que la mayor parte de los afectados sean personas sin papeles, por lo que no constan en las estadísticas de la Seguridad Social.

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