Sucesos. El dominicano asesinado pasaba sus días en el 'pequeño Caribe' de Cuatro Caminos: comía en el mismo bar, se cortaba el pelo en 'el Maestro', enviaba dinero en su locutorio habitual y jugaba al billar en un bar del que salió minutos antes de morir

Así vivía Luisito en el barrio

El Mundo, PABLO HERRAIZ, 24-03-2009

Tres días después del asesinato de la calle Topete el pequeño Caribe sigue de luto, y lo hará hasta el domingo, porque celebran nueve días de duelo. En la esquina donde un vigilante de seguridad mató con su pistola a Luis Carlos Polanco Peralta, de 23 años, hay decenas de velas que nunca se apagan, fotos del chico, una camiseta del Madrid, que le gustaba mucho, y hasta un balón de fútbol.


Sus amigos del barrio cada cierto tiempo riegan el suelo con cerveza en ofrenda al joven Luisito. La vida de este chico transcurría siempre en el barrio, aunque no vivía allí, pero iba a diario.Por ejemplo, todos los días comía en el restaurante La Baña, en la calle Carnicer, 4.


«Venía todos los días con su mujer, y siempre se sentaban en la mesa 6, allí en la esquina», cuenta Vicente, el dueño. En este bar se tomaba a diario especialidades latinas como pica pollo, gallina guisada, moro con pescado y patitas de cerdo.


Bebía rondas de Morir soñando, un exquisito batido que prepara Vicente con zumo de naranja, azúcar, hielo y leche evaporada.Estaba casi siempre en la misma esquina, o rondando cerca de ella con su moto. Allí se juntaba con unos y otros, echaba las tardes y las mañanas de los fines de semana.


Cada sábado acudía a la peluquería Maestro, en Las Carolinas, 8, un par de manzanas más allá. A veces enviaba dinero desde un locutorio cercano. Su peluquero habitual, el Maestro, recuerda que «le gustaba mucho cuidarse el pelo, y como todos los dominicanos, se lo arreglaba semanalmente». Junto a los sillones reclinables y los cepillos hay una foto del joven muerto.


Otro de los peluqueros, que le cortó el pelo una vez, recuerda que «él siempre quería llevarlo corto por detrás y de pincho por arriba» para ir bien arreglado a bailar salsa. Este dominicano cuenta que el mismo día que murió, Luisito se pasó por la peluquería: «Venía con la ropa de trabajo. Nos contó que estaba pintando su casa para cuando naciera su bebé». La mujer, de 19 años, está embarazada de ocho meses.


«Se pasó por la peluquería pero no quería nada, vino a despedirse, como si supiera que le iba a pasar algo. A los dominicanos nos ocurre mucho, y aquí no paramos de comentarlo ese día», cuenta mientras señala a la peluquería.


De vuelta en Topete, a 15 metros del lugar del crimen, todavía no hay gente en el Cal y azúcar, el bar latino donde el joven jugaba antes de morir. El bar es pequeño y tiene una mesa de billar al fondo. Alejandro, el encargado del local, cuenta que el chico «jugaba bien, más o menos como todo el mundo», mientras abre la partida con su taco. Entre bola y bola, recuerda que la noche del suceso el vigilante no entró al bar, y no sabe si le conocía de vista o no.


Alejandro explica que el pasado viernes Luisito salió del bar, después de estar jugando, y entonces fue cuando le dispararon.Si no hubiera ocurrido esa desgracia, seguramente se habría ido a las 12 y media o la una hacia el Center, en los bajos de Azca, para bailar salsa, porque por lo visto era un maestro. Pero no pudo hacerlo.


El vigilante que lo mató ingresó en la prisión de Soto del Real después de negarse a declarar el domingo por la noche ante el juzgado de instrucción que estaba de guardia de detenidos, el número 24. Mañana volverá para declarar.


La actividad no cesa en torno al suceso de este barrio, uno de los más vigilados por la comisaría de Tetuán. Hoy se reunirán el embajador de República Dominicana, Alejandro González Pons, y la delegada del Gobierno, Soledad Mestre. El primero pidió a sus compatriotas que mantengan la calma. Además, el jueves se ha convocado el Consejo de Seguridad Local del distrito.

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