El polvorín del «Bronx» madrileño

ABC, M. I. SERRANO | MADRID, 22-03-2009

Pocos vecinos y comerciantes se atreven a hablar a cara descubierta. «¡Claro que hay cuchillos, y broncas, y pistolas!, pero como digas algo puede ser peor», aseguran. Y esto no es de ahora. El último crimen entre las calles Carnicer y Topete, el de anteayer, no hace más que confirmar que aquí, en estas estrechas callejuelas del barrio de Cuatro Caminos (distrito de Tetuán), se convive con el miedo, con el temor y con la calma tensa. A media voz, muchos vecinos aseguran que aquí la vida tiene un precio muy bajo. Estamos en el «Bronx» madrileño.

Tetuán, como distrito, tiene 154.470 habitantes. De ellos, 33.270 son extranjeros, es decir, el 21 por ciento. Este porcentaje lo superan ya Centro – con el 26,9 por ciento de extranjeros – , Carabanchel – 23,1 – , Usera – 23,6 – y Villaverde, con el 23,2 por ciento.

El barrio de Cuatro Caminos, donde la noche del viernes descerrajaron dos tiros en la nuca a Luisito, es parte de una auténtica Torre de Babel.Hay muchas colonias de extranjeros. Los más numerosos son los ecuatorianos, que suman cerca de 6.600. Les siguen los dominicanos: 2.986 en total. Aquí, en Tetuán, se encuentra la colonia de ciudadanos procedentes de la República Dominicana más numerosa de todo Madrid. También habitan paraguayos, bolivianos, rumanos, marroquíes y chinos, entre otros.

La convivencia es difícil. Los madrileños de toda la vida que todavía viven aquí y que ahora pasan de los 70 años, callan y otorgan. No hay más remedio. Dicen que la situación ha ido subiendo de tono, como la música, y que los más violentos son los dominicanos y los ecuatorianos. «Los árabes, no tanto. Los chinos van a su rollo», comentan los ancianos.

En la calle no es nada difícil encontrar rostros con rasgos indígenas, árabes, asiáticos o negros. Aquí comparten espacio la antigua botica, el bar de tapas, el herbolario o la antigua tienda de ultramarinos con los chiringuitos donde huele a cocido caribeño, a longaniza, a picadillo o a chicharrón. O con las tiendas donde venden el néctar de guayaba o el de mango.

Los más antiguos del lugar cuentan y no acaban de la música a todo volumen a la hora que sea y de las borracheras sin ton ni son. Y de la violencia innecesaria pero que se ha convertido en el pan nuestro de cada día.

No hay nada nuevo. En septiembre de 2004, un joven ecuatoriano murió desangrado por una puñalada muy cerca de las calles Topete y Carnicer. Entonces, la Policía Nacional puso en marcha un plan especial de vigilancia. El objetivo era que parara la sangría. Habrá que seguir.

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