Euskera con acento latino

Diario de noticias de Gipuzkoa, 22-03-2009

D OMINGO al mediodía en El Antiguo. Algunos vecinos del barrio donostiarra pasean apaciblemente con el pan y el periódico bajo el brazo, mientras otros toman el aperitivo en cuadrilla. La tranquilidad del exterior contrasta con la actividad que se deja sentir en la sede de Esperanza Latina, asociación que agrupa a inmigrantes sudamericanos afincados en Donostia. “Bosgarren ariketa. Nor zara zu? Ni Josu naiz”, afirma una voz femenina, desde el interior de una de las salas del recinto. “Oso ondo”, se escucha como respuesta.

Al otro lado de la puerta, de la que cuelga un cartel con el lema Lo que no tiene cimiento, derríbalo cualquier viento , media docena de personas atiende las explicaciones de su profesora Amaia. Se trata, efectivamente, de una clase de euskera. Para ser exactos, de uno de los cursos de iniciación lingüística Aisa, destinada a extranjeros y subvencionada por el Gobierno Vasco.

Dos docentes del euskaltegi Urrats de Donostia se desplazan todos los domingos hasta la sede de Esperanza Latina para dar clases a una treintena de inmigrantes latinoamericanos. “Si Mahoma no va a la montaña; la montaña, a Mahoma”, debieron pensar los impulsores de la iniciativa. Sea como fuere, los miembros de Esperanza Latina solicitaron un curso de estas características con el objetivo de que sus miembros pudieran acceder a unos conocimientos básicos sobre la lengua y cultura vascas. Así fue como echaron a rodar en octubre dos clases del programa Aisa en la sede de la agrupación. Y ya encaran la recta final, a punto de completar las 60 horas – repartidas en 20 domingos – que conforman el curso.

objetivo

Integración

“Somos nosotros quienes venimos hasta la asociación, porque es éste su lugar de encuentro natural. Es verdad que supone un esfuerzo para nosotros enviar a dos docentes. ¡Pero merece la pena, viendo el fundamento con el que se lo toman los alumnos!”, expresa Isidro Ioldi, director del centro Urrats, uno de los primeros euskaltegis en ofrecer cursos de iniciación lingüística para extranjeros. Sin ir mas lejos, este curso cuenta con tres clases de Aisa.

En las clases de Esperanza Latina, el buen ambiente está asegurado. “¡El euskera me produce calentura!”, bromea una de las participantes. El perfil de estos principiantes en la lengua vasca es, por el contrario, de alumnos avanzados en la vida. La mayoría son mujeres de más de 30 años, aunque también hay hombres en estas aulas de aprendizaje. Todos ellos comparten un denominador común: emigraron al País Vasco en busca de una vida más próspera. Aquí se toparon con el euskera.

“Veía en el curso una posibilidad de integración cultural, que me sirviese en el trabajo. Si un cliente me habla en euskera, yo quiero entenderle”. Sonia utiliza una palabra, “integración”, a la que se refieren mucho las alumnas. Porque el fin no es otro que adquirir conocimientos básicos para comprender ese idioma con el que se encuentran en su vida diaria.

La veintena de alumnos de Esperanza Latina se reúne los domingos por la mañana, de 10.30 a 13.30 horas para aprender las fórmulas que sirven para saludar, preguntar la hora o pedir un café, entre otras muchas cosas, en lengua vasca.

La profesora ondarruarra Amaia Manzarraga dirige una de las clases. Según afirma, se trata de una experiencia “muy bonita”. “Intentamos que aprendan el idioma a través de las emociones, antes que coger un libro de gramática y aprender”, explica. Y eso se nota en las clases, donde se respira un equilibrio entre aprendizaje y diversión.

“Janet, zure txanda da”, ordena la docente en el aula, durante la corrección de unos ejercicios. “Zer dira horiek? Horiek ikasleak dira”, responde la mujer ecuatoriana, con un acento que nada tiene que envidiar al de un euskaldunzarra. “Ya estoy lista para hablar con un vasco”, apunta, sonriente. “Es verdad que, muchas veces, alguien de aquí nos oye decir ‘Zer moduz?’ y queda impresionado”, explica la alumna.

En la clase se mezclan personas procedentes de Perú, Ecuador y Nicaragua. “Cuando trabajaba de cara al público, había un chico que siempre me hablaba en euskera, aunque yo le dijera que no entendía. Fue eso lo que me animó a estudiar”, indica Virginia, otra de las alumnas del grupo.

dificultad

Saber que el otro sabe español

Las razones por las que los alumnos se animan son de lo más variadas. El argentino de 44 años Nicolás Correa Illarreta es ejemplo de ello. De ascendencia vasca, siempre había querido conocer a sus familiares y buscarse la vida en el País Vasco. “Lo único que recrimino a mi abuelo, nacido en el caserío Munto de Donostia, es que no nos enseñara euskera. Cuando iba a fallecer, empezó a hablar en euskera y nadie le entendíamos. Llamamos a un párroco vasco que no vivía muy lejos de allí. Y supimos que mi abuelo quería confesarse”, recuerda.

Hace diez meses, cuando llegó a la capital guipuzcoana para conocer a sus familiares, conoció la asociación Esperanza Latina. Fue allí donde surgió la opción de aprender euskera. Aunque reconoce que es “difícil” aprender el idioma porque “uno sabe que hablando en castellano la gente te va a entender”, le gusta y tiene intención de seguir adelante.

El programa Aisa de iniciación lingüística para extranjeros comenzó en 2005 en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), cuando se sumaron 325 alumnos a la iniciativa, repartidos en 32 grupos. Desde entonces, 1.788 personas han participado en estas clases especialmente adaptadas a las necesidades de alumnos de origen extranjero. El año pasado, por ejemplo, se organizaron 49 cursos en toda la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), en los que participaron 582 alumnos de un total de 54 países.

“Es un programa que funciona muy bien”, concluye Amaia Manzarraga. “Es muy atractivo porque no cuesta dinero y normalmente los cursos de euskera son muy caros”, indica sobre una de sus ventajas. El programa Aisa, precisamente, es financiado por las consejerías de Cultura y Vivienda del Gobierno Vasco.

Isidro Ioldi añade una nueva causa al éxito del programa: “La carga de horas es mucho menor”. Si un curso estándar en un euskaltegi implica de 10 horas semanales, los módulos de iniciación lingüística no superan las tres horas cada siete días. “Los alumnos asumen con toda naturalidad que en el País Vasco existe un idioma como el euskera y quieren conocerlo”, añade Ioldi.

“Ahora entiendo lo que significa polita”, indica Janet. “Hemos aprendido a decir cosas como Kaixo, zer moduz, ondo, eskerrik asko…”, agrega otra de las alumnas de Amaia, Mercedes. Sonríe. “Cuando voy en autobús y escucho alguna conversación en euskera, ahora puedo entender algo”, se reafirma.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)