El mundo como escuela

Diario Vasco, MARÍA JOSÉ ATIENZA, 22-03-2009

IRUN. DV. Las voces de Kevin, Julen, Maialen, Laila y las de todos sus compañeros del Colegio Público Belaskoenea interpretaron el miércoles, en el patio del centro, una decena de canciones del mundo. Unas veces a capella y otras acompañados del dulce sonido de las flautas, los escolares ofrecieron un emotivo y bien preparado concierto, que fue seguido por los padres y algunos vecinos del barrio. El coro de voces blancas del colegio Belasko jugaba con ventaja, ya que tiene por profesora de Música a Pili Anuncibay, la directora de Nayade Abesbatza, que preparó un programa muy atento a los países de procedencia de sus alumnos.

Las canciones formaban parte de la fiesta de interculturalidad celebrada el pasado miércoles en este colegio, al que asisten 260 niños y niñas. Además del concierto, los padres, alumnos y profesores organizaron otras actividades, como una degustación de platos típicos del mundo, en cuya elaboración participaron 40 familias y de la que se dio buena cuenta en el gimnasio.

Objetos y paisajes

La biblioteca del centro acogió una exposición de paisajes, objetos y trajes característicos de Rumanía, Ucrania, Galicia, Francia, Bolivia, República Dominicana, Nicaragua, Brasil, Perú, Ecuador, Euskal Herria, Portugal, Valencia, Hungría, Marruecos, China, Cuba, Rusia, Colombia y Argentina, los lugares de procedencia de la comunidad escolar de Belaskoenea.

«Es una fiesta bonita», decía Fabiola, peruana, madre de dos alumnos del centro, Mauricio y Aitor, que lleva ya «seis años viviendo en Irun». Mientras, Sara, una pequeña y elegante coralista, explicaba con orgullo que «el traje que llevo puesto es típico de Ecuador».

La Fundación Respeto promovió la realización de una escultura en la que participaron alumnos, padres y profesotres. Por la tarde, se proyectó la película Las cartas de Alou y se abrió un debate sobre la emigración. Al término de la fiesta, la directora del centro, Ana Cristina Vega, se mostraba satisfecha. «Estamos muy contentos de la participación que ha habido y las familias también. Creemos que todos han tenido un sitio para mostrar lo mejor de sí mismos: sus mejores platos, sus objetos más bonitos, etce. Se han podido escuchar músicas y cuentos de muchos países y en muchos idiomas, y también nosotros hemos ofrecido lo mejor que tenemos. Sentirse orgullosos, cada uno de lo suyo, y poder compartirlo desde el respeto, es algo muy importante para nuestro futuro como ciudad cosmopolita que somos y también porque, cada vez, el mundo tiene menos fronteras y las distancias son más cortas».

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