Netanyahu se entrega a la ultraderecha para gobernar Israel

El Correo, PAULA ROSAS, 17-03-2009

El próximo ministro de Exteriores israelí será, casi con toda seguridad, el mismo hombre que propuso solucionar el problema de Gaza como hizo EE UU con Japón en la II Guerra Mundial: con una bomba nuclear. El mismo que «mandaría al infierno» al egipcio Mubarak, el presidente de uno de los pocos países árabes que mantienen relaciones con Israel, o que expulsaría a los árabes hebreos que no juraran lealtad al Estado judío.

El Likud se ha asegurado su primer socio de gobierno tras firmar un pacto con el partido ultranacionalista Yisrael Beitenu, que dirige el polémico Avigdor Lieberman. El controvertido diputado dirigiría Exteriores, mientras que otros cuatro miembros de su partido se encargarían de Turismo, Seguridad Pública, Absorción de Inmigrantes e Infraestructuras Nacionales.

El primer paso está dado, pero Benjamín Netanyahu aún necesita sumar apoyos para conseguir la mayoría absoluta del Parlamento, que se sitúa en 61 escaños, ya que con los 27 conseguidos por el Likud y los 15 de Lieberman no son suficientes. Según la prensa israelí, el futuro primer ministro podría estar cerca de cerrar un acuerdo con los partidos ultraortodoxos que le darían los apoyos suficientes para gobernar en mayoría, aunque no sin problemas.

La opción más deseada, no obstante, tanto por Netanyahu como por Lieberman sería que Kadima, que obtuvo el mayor número de votos en las elecciones del 10 de febrero, aceptara participar en un Gobierno de unidad nacional. Opción que, por otra parte, podría cambiar la composición esbozada por el acuerdo con Yisrael Beitenu.

Imagen moderada

El jefe del Likud no oculta que le gustaría dar una imagen moderada en el exterior para ganar la confianza de sus aliados tradicionales, un papel pensado especialmente para la jefa de Kadima. La política centrista, sin embargo, no se ha dejado cortejar ni por unos ni por otros. Por ahora.

Varias posturas irreconciliables separan a Livni de Netanyahu. Por no hablar de Lieberman. Quizá la más importante sea que, a diferencia del Likud, Kadima apuesta por la creación de un Estado palestino, postura respaldada tanto por EE UU como por la UE. Y para Livni, una asociación con la derecha la imposibilitaría para proseguir con su agenda de paz.

Para dar el sí, Livni exige un Gobierno de rotación que encabezaría Netanyahu durante los dos primeros años, siendo sucedido por la propia jefa de Kadima los dos siguientes. La fórmula ha sido rechazada por el Likud. Para muchos analistas, la verdadera intención de Livni es dejar que la derecha pacte y se precipite a su propio desastre, mientras que espera en la oposición la oportunidad para volver a saltar a la palestra.

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