Liberados dos timadores secuestrados por sus víctimas

ABC, M.J. ÁLVAREZ | MADRID, 11-03-2009

Víctimas que se convierten en verdugos. Un timo y el secuestro de dos personas a manos de otras cinco. Ese el resumen de la truculenta historia con la estafa de los «billetes tintados» como telón de fondo. Al final, la Policía ha detenido a siete personas, dos de ellas acusadas de un delito de estafa, y al resto, por retención ilegal.

Como en todo timo que se precie no pueden faltar los «listos», en este caso, dos ciudadanos cameruneses que planeaban hacer «negocio» con otras personas, en este caso, los «tontos». El asunto se conoció el pasado 7 de marzo cuando una mujer camerunesa presentó una denuncia en la comisaría de Fuenlabrada, explicando que había recibido una llamada en la que un hombre, con acento magrebí, le comunicaba que tenía secuestrado a su marido.

Rescate de 100.000 euros

Si no quería que le matasen, debía ir sola hasta León con 100.000 euros y esperar nuevas instrucciones. Pudo hablar con su marido, quien le confirmó que estaba retenido y que pagara el rescate.

Agentes de la Sección de Secuestros de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) se pusieron en acción y, poco después, descubrían que eran dos los secuestrados. Además del marido de la denunciante, otro compatriota y «socio suyo». que se habían desplazado hasta León para cerrar un «negocio», con un tercero, según explicó este último.

El negocio no era otro que la estafa de los «billetes tintados». Esta consiste en que los timadores ofrecen a las víctimas la posibilidad de obtener una gran cantidad de dinero, sacada ilegalmente de algún país africano. Los billetes los ocultan o camuflan con un tratamiento químico, por lo que quedan oscurecidos. Para ello, es necesario comprar un producto, también suministrado por los «listos», capaz de blanquear los billetes – simples cartulinas blancas – y dejarlos en perfecto estado de distribución.

Sin embargo, los incautos, todos ellos ciudadanos marroquíes, tras varias citas, descubrieron el pastel, y de víctimas pasaron a ser los verdugos, secuestrando a dos de los que les pretendían timar. Así, recluyeron a los cameruneses en el hostal del hermano de uno de ellos. La Policía Nacional localizó el lugar donde se ocultaban y detuvo a todo el grupo.

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