Asociaciones piden ayudas directas para las 4.000 familias vascas en riesgo de insolvenciaCamas calientes

Diario de noticias de Alava, concha lago, 09-03-2009

Consumidores vascos creen que desde Lakua se debería crear un servicio para personas sobreendeudadas

vitoria. Rosario, de mediana edad y tres hijos, cuenta que con su trabajo de teleoperadora y el paro de su marido reúnen 1.600 euros al mes y tienen que inventarse “todos los meses cómo vivir la cuarta semana”. No van nunca al cine, malvendieron el coche porque no podían mantenerlo pero continúan pagando una hipoteca de 975 euros que les trae de cabeza. Como Rosario y su marido, miles de familias se encuentran al filo de la navaja.

Las agrupaciones de consumidores de todo el Estado han vuelto a pedir amparo y ayudas directas para estos hogares en apuros. La asociación de Usuarios de Bancos y Cajas de Ahorro estima que en el Estado español puede haber 200.000 familias sobreendeudadas que se ven incapaces de hacer frente a sus pagos. De las 700.000 familias que existen en Euskadi, según el Eustat, se calcula que cerca de 4.000 sufren este riesgo de insolvencia.

El último informe sobre pobreza y exclusión elaborado por el Consejo Económico y Social vasco también confirma que cuatro de cada diez hogares encabezados por personas con origen en países ajenos a la Unión Europea están en situación de riesgo de pobreza en el País Vasco, un fenómeno «nuevo» que apenas aparecía en las estadísticas hasta el año 2004 y que ahora se presenta de forma «rotunda».

Ante unos datos demoledores que cada día presentan tintes más sombríos, la organización vasca EKA/OCUV cree incluso que el Gobierno Vasco debería crear un servicio permanente de atención a las personas con graves problemas de sobreendeudamiento y habilitar un presupuesto específico para dar ayudas económicas directas a las familias en riesgo de perder su vivienda por no poder hacer frente al pago de la hipoteca. A juicio de su presidente, Koldo Nabaskues, «hay alrededor de 2.500 familias que están en lo que podemos denominar sobreendeudamiento porque no pueden hacer frente al pago de los compromisos que habían adquirido como los créditos hipotecarios o los personales. Si a todo ello se le suman las cifras crecientes de paro, las damnificadas pueden llegar a esas cuatro mil», explica.

segunda oportunidad Incluso los registradores de la propiedad han planteado la conveniencia de elaborar una ley específica que trate las insolvencias familiares ante la crisis hipotecaria. Una norma de concursos en los hogares que permita “una segunda oportunidad” a los particulares sobreendedudados ya que cada vez se producen más quiebras familiares y la ley concursal no les ampara.

Pero un proceso de este tipo no sale gratis y cuesta una media de 10.000 euros. Una fortuna para gente que ya se encuentra con el agua al cuello. Durante 2008 las personas y empresas que se declararon en suspensión de pagos prácticamente triplicaron las cifras del año anterior hasta alcanzar el récord de 2.902.

Catalin sabe bien de insolvencias y de problemas para cuadrar las cuentas domésticas y empresariales. Porque a pesar del frío de un invierno que no deja de azotar, Damian Catalin y su socio Julián Martín se pasaron semanas a las puertas de la constructora Obrum para exigir el pago de una deuda de 700.000 euros a su empresa de albañilería. Martín tuvo que abandonar la huelga de hambre por problemas de salud pero Catalin se pasó diez días sin comer para que pueda hacerlo su familia y la de sus 200 trabajadores.

Con este negro panorama en el horizonte, el Consejo de Consumidores y Usuarios y sindicatos como UGT y CCOO enviaron al Gobierno el pasado 26 de febrero nueve medidas concretas encaminadas a que las ayudas de 50.000 millones de euros aportadas por el Estado a los bancos lleguen a estas familias. La medida más urgente propuesta es aplicar el arbitraje y la conciliación en los planes de reestructuración de la deuda para evitar los embargos.

No en vano, un 28% de los trabajadores afirma que puede perder su empleo en los próximos meses como consecuencia del ajuste del empleo, mientras que el 49,3% desconoce si podría perder su trabajo, según una encuesta realizada por Adecco. En cuanto a los desempleados, las perspectivas de cara al futuro no son muy halagüeñas, ya que casi el 60% cree que tardará varios meses en encontrar un hueco en el mercado laboral.

los más vulnerables Por ello, Francisca Sauquillo, propone, por ejemplo, que el ICO establezca una línea de avales para los colectivos más vulnerables que sirva de puente para la rehabilitación de la hipoteca. Una de las medidas va dirigida directamente al Ministerio de Vivienda y propone la adquisición de viviendas VPO por las administraciones en caso de impagos. Una vez adquiridas, se ofrecerá el alquiler al antiguo propietario con la oferta de recompra futura. Una medida que ya anunció el Departamento vasco de Vivienda en enero. Pero también se pide una nueva normativa sobre transparencia bancaria y publicidad financiera para evitar las posibles condiciones “abusivas” en los contratos de préstamos y de reunificación de deudas.

La Confederación de Consumidores y Usuarios, por su parte, afirma que es más importante reducir el endeudamiento hasta los niveles de hace diez años que el mayor acceso a los créditos. Esta organización cree que los ciudadanos llevan muchos años perdiendo poder adquisitivo, por “la entrada del euro, el desmesurado encarecimiento del precio de la vivienda, la falta de medidas para reducir el peso estructural que tiene sobre los precios la marcha del petróleo y la especulación con el combustible”.

subasta su empleo La pérdida de poder adquisitivo es un problema que también le suena a Michael Patrick, un directivo desempleado afincado en Cataluña desde hace 17 años, que decidió hace unas días colgar en el portal de subastas Ebay su currículum para que pujen por su “trabajo”. Este francés residente en Barcelona dice que su decisión es fruto “de la crisis y el marketing”, dos argumentos que confluyen cuando “uno no tiene trabajo y quiere llamar la atención por la situación que viven muchos parados”, argumenta.

Resignado por el futuro que le espera, ha enviado más de cuatrocientos currículos y ha efectuado más de veinte entrevistas “pero todo esta saturado”, asegura Michael. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas ha sido profesor y comercial y domina diversos idiomas, pero esta formación no le ha servido de mucho.

La subasta acabó la pasada semana a pesar de no haber recibido “ninguna apuesta seria” pero Michael está aun así contento “porque el debate sobre las alternativas para conseguir empleo también está bien”. Aunque algunos internautas no ven con buenos ojos su iniciativa, sí que hay otros muchos que la idea les ha “parecido genial”.

Marta realquila un sofá – cama. El sofá está a la entrada de un piso de sesenta metros en el extrarradio de Madrid. Jesús, de 75 años, vive desde hace meses en el interior de su coche, que rota por las calles de Benidorm. Ángel comparte habitación con una pareja inmigrante. Él la ocupa de día porque trabaja de noche y sus compañeros en horario nocturno.

Son historias para no dormir. Historias de lo que hoy está pasando en muchas ciudades con pisos que funcionan con camas calientes , en las que sus habitantes duermen por turnos en función de sus horarios laborales. Los inmigrantes pagan hasta 150 euros al mes por una habitación en la que varias personas hacen toda su vida. Cáritas ha detectado un “aumento en el número de familias que viven en situación de hacinamiento en pisos de reducidas dimensiones a consecuencia de la crisis económica”. Desde el pasado año, “estamos descubriendo con mayor frecuencia casos de hasta veinte personas de distintas familias que viven en pisos de sólo noventa metros cuadrados”, explica Adela Fourrat, de Cáritas Valencia.

chico o chica

Alquilo sofá – cama

Este el texto de un anuncio que la necesidad de unos y el abuso de otros pegaron en una farola de un parque de Prosperidad, un barrio de Madrid. Marta, una mujer ecuatoriana de 50 años, tiene que pagar mensualmente 900 euros por el alquiler de ese piso, de dos habitaciones, cocina, cuarto de baño y un pequeño hall, donde está el sillón. “Hace cinco años, cuando lo alquilé, las cosas iban mejor. Trabajo en una casa desde las 9.00 hasta las 17.00 horas, me pagan 500 euros y de ahí tengo que enviar algo para mis tres hijas en Ecuador”, explicó la mujer, que un día decidió sacar un dinero extra alquilando un sofá – cama en el recibidor. “Cuesta 150 euros al mes. Nos da igual chico o chica. Al lado tiene un pequeño sitio donde poner la ropa y tiene cerca la tele”, detalla.

Divorciada y con tres hijas en su país, Marta comparte vida y habitación con Vasko, un búlgaro, de 40 años. El resto del piso lo realquila a Vasili, un rumano de 52, y a Graciela, una paraguaya de 49. Es la ONU en sesenta metros cuadrados.

Hasta hace seis meses, el sofá – cama lo habitaba un marroquí. “Creo que era montador de ‘pladur’ pero como la cosas le empezaron a ir mal, se marchó y lo dejó libre”. Vasko, que trabajó en la construcción y ahora no encuentra nada, limpia un poco, se aburre mucho, y espera a Marta. "Me gusta ver la tele, lo que más, Escenas de matrimonio ".

el caso de jesús

Techos flotantes

Mientras el techo de algunos parece flotante, el de otros es itinerante. Es el caso de Jesús, un hombre de 75 años, que vive desde hace ocho en su coche, después de que el banco le embargara todos sus bienes. Durante los últimos años, aparca su vehículo por donde puede, en diferentes calles de Benidorm. Desde entonces, paga para ducharse en un camping y se suele afeitar en una gasolinera. Come gracias a la caridad del dueño de un restaurante de menús, a pesar de que Jesús llegó a ser cocinero internacional. Muchos vecinos son testigos de la terrible historia de Jesús, un hombre al que su pensión de 546 euros, no le da para pagar una vivienda con todos sus gastos.

Víctima de una estafa, sufrió una aguda depresión después de que el banco le embargara sus bienes. Ahora, la Generalitat le ha concedido una vivienda social para ancianos pero todavía deberá esperar.

Situaciones como las de esta ecuatoriana y sus realquilados o como la de Jesús recuerdan a los tiempos de postguerra, en los que varias familias se apiñaban en pisos diminutos y conforman uno de esos grupos humanos tan bien reflejados en películas de los años 50 como El pisito , de Marco Ferreri, o El verdugo , de Luis García Berlanga.

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