Las fotos que sí hay que publicar

"Ojalá la sensibilidad herida actúe como remedio ante la aparente pasividad"

Canarias 7, Francisco Suárez Álamo, 17-02-2009

Me parece bien – por muy necesario – que el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, pida la convocatoria de una reunión oficial con varios ministerios para analizar si se puede hacer algo más en materia de lucha contra las mafias de la inmigración irregular, que son las que fletan pateras como la que el domingo volcó a pocos metros de la costa de Lanzarote. Me parece bien – y, sobre todo, valiente – que la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias, no se esconda y admita que el servicio de vigilancia por radar no detectó la embarcación, probablemente porque las condiciones meteorológicas no eran las más adecuadas – lo que nos ha de llevar a reflexionar sobre la bondad de un mecanismo diseñado para días de calma chicha – . Me parece bien que la presidenta del Cabildo de Lanzarote, Manuela Armas, y la consejera autonómica de Bienestar Social, Inés Rojas, tuvieran la rapidez de reflejos precisa y la responsabilidad adecuada para saber esa noche del domingo que su sitio estaba a pie de mar, en Los Cocoteros. Y junto a ellos, el subdelegado del Gobierno, Vicente Oliva, que cogió el primer avión en que encontró plaza. Me parece bien que se multipliquen los elogios a esos surferos que no lo dudaron un instante y se jugaron sus vidas para salvar las de otros e intentarlo igualmente con quienes, desgraciadamente, ya no lopueden contar.

Todo eso me parece extraordinariamente bien, pero en lo sucedido hay algo con lo que no estoy de acuerdo: con el hecho de que todo lo anterior pueda quedar en nada, pues no es la primera tragedia en las aguas que nos rodean, y tampoco es la segunda, ni la tercera, ni la cuarta… La pregunta es obligada: ¿será la última? Y sólo por esto último, para que no vuelva a suceder, vale la pena saltarse todas las dudas éticas y estéticas y publicar fotos como la que hoy ocupa la primera página de este periódico y a buen seguro la de buena parte de la prensa española. No es fácil tomar la decisión de la publicación y tampoco lo es dar respuesta a quienes pensarán que se está hiriendo la sensibilidad de los lectores. Pero es que, querido lector, ojalá sea la última vez que nos veamos en este trance. Ojalá, en suma, la sensibilidad herida actúe como el remedio ante la aparente pasividad de quienes saben que pueden hacer mucho más para atajar el drama de la inmigración irregular y, en lugar de ello, dedican buena parte de su tiempo y del dinero público a otros menesteres.

Nunca nadie debe morir por soñar con una vida mejor. Nunca un niño ha de ver cercenados sus deseos por la incapacidad de terceros para cubrir sus necesidades. Pero nunca nadie debe morir de esa manera pensando que su muerte no remueve conciencia alguna. Sólo por eso, el mal trago de la foto está más que justificado. Espero que lo entiendan los lectores sensibles – que debemos ser todos – y espero que de verdad se les revuelvan las tripas a los que pueden hacer mucho más.

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