Los subsaharianos expulsados del centro de menores piden su readmisión

«Es un insulto que el gobierno no se crea mi edad»

La Razón, Maria Molins, 16-02-2009

barcelona – Unos dejaron a sus familias en Gambia y otros en Ghana. Algunos cuentan que llegaron en barco, otros en camiones hace entre 2 y 6 meses. Cuando llegaron a Barcelona sobrevivieron a situaciones extremecedoras en la calle, en el metro y en la playa durante semanas. Hasta que los trece se encontraron en el centro de menores El Bosc, perteneciente a la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia (Dgaia) de la Generalitat.
A pesar de que a cada uno le envuelve ahora una pesadilla, que en su día fue un sueño de cambiar el rumbo de sus vidas, todos recuerdan con exactitud el jueves 18 de diciembre, cuando la Dgaia les dio la espalda y fueron expulsados de El Bosc por su supuesta mayoría de edad que dictaminaron unas pruebas radiológicas que los expertos consideran «inexactas».
«Me sentí enfadado e insultado cuando no se creyeron mi edad y fui expulsado del centro de menores. Ellos dicen que tengo 18 años, en vez de 17, que es lo que pone mi documentación», explica Azena, que no entiende aún lo sucedido. «¿Qué pasa que la Dgaia mira tu cara y dice que eres adulto?», se pregunta Ausudu. Y es que todos cuestionan cuál es la razón por las que la conselleria de Acción Social les somtió a pruebas radiológicas de mandíbula si ellos aseguraban, acorde con sus documentos de identificación, ser menores de edad .
«Sólo nos expulsaron a los negros de Ghana y Gambia mientras todos los marroquíes se quedaron en el centro. ¿Por qué? Ahora los únicos subsaharianos en El Bosc son dos compañeros que llegaron más tarde», explica Mohammed indignado por esta coincidencia. «Mi gobierno dice que tengo 17 años, ¿por qué aquí me niegan los derechos como menor si tenemos la documentación acorde con nuestro país?», dice Farouk, que echa de menos a su familia. «Mi casa era mejor. Cuando llegué no conocía a nadie, no tenía donde dormir y si entonces alguien me hubiera dado la oportunidad de volver, lo hubiera hecho», recuerda arrepentido.
«Quería cambiar mi vida en Barcelona», resuena en la memoria de Taurimu. « Y yo quería salvar mi vida», añade Nurindeen.
Supuestas irregularidades
Los trece coinciden que lo que necesitan ahora es ayuda para no encontrarse de nuevo en la calle. Así, el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, pidió el pasado 6 de febrero a la conselleria de Acción Social la readmisión de los jóvenes tras constatar que se han producido «irregularidades» en el proceso.
En la resolución, el Síndic afirma que las pruebas realizadas a los muchachos «proporcionan únicamente un grado de aproximación a la edad real de los sujetos y no pueden tener más valor que los documentos que acreditan su minoría de edad».
Desde su experiencia de más de 25 años en la atención y formación de menores inmigrantes, el coordinador de proyectos del Casal dels Infants del Raval, Ismael Palacín, asegura que «no es la primera vez que se encuentran con esta situación». «Desde marzo pasado nos hemos encontrado con unos 30 casos similares en los que la Dgaia no ha querido dar la atención que dicta la ley a los menores», denuncia Palacín.
«Hay un problema de sobresaturación en los centros, ya que en El Bosc llegaron a haber 70 chicos cuando deberían tener unos 35», explica Palacín. «Todo son excusas para evitar asumir responsabilidades», añade. Con el tiempo la situación empeora ya que «mientras, los chicos van cumpliendo la mayoría de edad y se convierten en inmigrantes sin papeles en situación de riesgo ya que no se les ofrece ningún proyecto ni seguimiento de reinserción social ni laboral», dice Palacín.
A pesar de la situación, todos siguen luchando para convertirse un día en camarero, elecricista, fontanero, carpintero e incluso futbolista del «gran Barça». Ganas de aprender, motivación y esperanza llenan hoy sus miradas que sólo buscan un lugar para vivir.

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