El observatorio de Nicolás

Las Provincias, JULIO SIMÓN, 10-02-2009

Nicolás Jiménez es un ‘currante’ de 40 años que dentro de poco publicará el primer manual de romaní, un libro que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y que le ilusiona “porque de esta forma podemos acercar la lengua de los gitanos a nuestros jóvenes y toda la sociedad”.

Pero si ha habido alguien importante en su vida como persona fue Juan de Dios Ramírez Heredia, el primer gitano que participó en la Constitución de 1978 porque “me impactó que un gitano participase. Le escribí, me respondió y he estado en asociaciones y me he titulado en sociología”.

Un hombre que en la actualidad trabaja en el Mercado Central, el mercadillo de Teulada o el de Santa Faz, que le gusta interpretar como buen sociólogo lo que ve, y no le gusta porque “acontecimientos como los de Gran Bretaña no son buenos, son la cuna de la democracia y se está fomentando el racismo”.

Pero tiene una vida paralela, la frutería, el sector al que se dedica entre semana y los fines de semana para seguir adelante, un oficio que califica “como duro porque te tienes que levantar de madrugada y terminas muy tarde, es un trabajo muy sacrificado”. Pero toda lucha tiene su recompensa, y tiene planes de futuro porque es algo previsor, ya que “con la crisis actual piensas en sobrevivir, ahora toca aguantar. Hasta que no pase la tormenta no puedes arriesgarte, luego será el momento idóneo”.

Un hombre culto que ha estudiado a sociólogos importantes como Habermas o Luhmann, y que ha aportado su parte de conocimiento con publicaciones, proyectos de desarrollo social, conferencias y artículos. Ello aunque reconozca que la sociología “actualmente esta perdida”.

También conoce a todo tipo de públicos, como buen sociólogo y frutero, “porque el cliente del Mercado Central es más selecto a la hora de comprar, busca la calidad. En cambio, en los mercadillos la gente busca lo barato. Son dos estilos completamente diferentes”.

Un ‘activista’ que participa en foros de debate como “El foro de la cultura Kalí” o en el Instituto Cultural Gitano. Que además hace una función social, ya que aporta conocimientos personales y profesionales para que sean de utilidad a las futuras generaciones.

Un esfuerzo que, en ocasiones, no es tan valorado, pero que Nicolás día tras día intenta perfeccionar para darle sentido, y sobre todo, que tenga una función, una manera de explicar al individuo qué es la sociedad y por qué nos comportamos de determinadas maneras.

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