Morir de sed en mitad del Océano Indico

El Mundo, IAN MacKINNON, 05-02-2009

El Ejército tailandés deja a cientos de ‘sin papeles’ birmanos al capricho del mar The Guardian / EL MUNDO


Durante más de 20 días navegaron a la deriva, a bordo de una barcaza destartalada, expuestos a los monzones tropicales. Sus exiguos suministros de comida y bebida no tardaron en terminarse.


Los 220 inmigrantes birmanos, todos ellos hombres, a excepción de un niño de 13 años, se encontraban tan apiñados que no podían más que permanecer en pie, amontonados, hombro con hombro. Con la barcaza a la deriva, 22 de ellos fallecieron por deshidratación o congelación, y los demás tuvieron que tirar los cuerpos por la borda.


La desvencijada barca cargada con todos los demás, hambrientos y muchos de ellos en condición crítica, fue descubierta en la costa norte de Sumatra por unos pescadores indonesios a última hora del lunes.


Según los supervivientes, la culpa de su difícil situación la tienen las fuerzas de seguridad tailandesas, que ahora se someten a escrutinio internacional por su trato hacia los inmigrantes ilegales, desesperados por encontrar trabajo en su país.


Los inmigrantes pertenecen todos a la minoría musulmana birmana de los rohingya. El pasado año habían sido detenidos por las autoridades tailandesas y llevados hasta una isla remota, donde permanecieron durante dos meses, según dicen, y donde fueron apaleados antes de que les obligaran a subir a las barcas y les abandonaran al capricho del mar.


Su embarcación era una de las nueve que transportaban a 1.000 miembros rohingya que la milicia tailandesa abandonó a su suerte con escasos víveres y agua.


Bajo la presión internacional, el primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, ha afirmado que el flujo de inmigrantes rohingya pone en peligro los puestos de trabajo, pero prometió investigar.No obstante, ha dejado el asunto en manos de los Comandos de Operaciones de Seguridad Interna, precisamente la unidad acusada de los abusos. Vejjajiva llegó a la Presidencia con el apoyo del Ejército, a quien aún necesita, pero según los observadores, desea mantener sus promesas de mejorar los derechos humanos.


Entretanto, la letanía de historias sobre abusos a los rohingya sigue creciendo. El mes pasado, 107 inmigrantes rohingya fueron recogidos por la guardia costera india cerca de las islas Andaman.Afirmaron que el Ejército tailandés los había rodeado y que los mantuvo prisioneros.


Según el testimonio de los supervivientes, los soldados dispararon a cuatro y los tiraron al agua para animar a los restantes 412 inmigrantes a subir a bordo de una barcaza. El 18 de diciembre la remolcaron y la soltaron en medio del mar con cuatro barriles de agua y dos sacos de arroz. Tras navegar a la deriva durante 15 días, 300 inmigrantes intentaron nadar hasta la orilla al avistar las islas Andaman. Sus cuerpos todavía siguen desaparecidos.


Los inmigrantes recogidos el lunes fueron descubiertos apiñados en la barca. Llevaban una semana sin comer. «La embarcación era pequeña, de unos 12 metros de largo por unos tres de ancho. Como se caía a pedazos la habían amarrado con cuerdas. Llevaban todos en pie 21 días porque no había espacio para sentarse. Es un milagro que hayan sobrevivido», explicó el oficial de la Marina indonesia Tedi Sutardi.


Al menos 56 de ellos, incluyendo el niño de 13 años, están siendo atendidos en el hospital de Idirayeuk aquejados de una grave deshidratación, mientras que el resto recibe cuidados en la oficina del distrito de la ciudad. Sutardi explicó que los supervivientes declararon que las fuerzas de seguridad tailandesas les habían apaleado tras ser detenidos por su entrada ilegal en el país.


Los rohingya explicaron que abandonaron el Estado birmano de Rakhine para escapar del brutal tratamiento aplicado por la Junta militar. Miles de ellos cruzan a la vecina Bangladesh para embarcarse en navíos quebradizos en un intento por llegar hasta Tailandia.También intentan llegar por tierra a países musulmanes como Malasia o Indonesia para encontrar trabajo, guiados por traficantes de personas que les cobran algo más de 500 euros a cada uno.


Los grupos de derechos humanos han exigido al Gobierno tailandés que llegue hasta el fondo de estas tragedias que los rohingya han tenido que padecer. Joel Charny, vicepresidente de la organización Refugees Internacional, con base en Washington, afirmó que el caso no hace más que evidenciar su desesperada situación. «Los rohingya necesitan protección y asilo político», añadió. «Tailandia ha expresado su falta de disposición al respecto. Pero éste no es un problema que vaya a desaparecer tan fácilmente».

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