Antequera, la pequeña Brasil

Nelson fue el primer brasileño. Llegó en 2001 a la ciudad de El Torcal, cuando el 'boom' de la construcción reclamaba mano de obra. Se lo dijo a un amigo y este a su vez se lo comentó a otro y el otro a un tercero. La cadena se hizo tan larga que ya son 777 los empadronados en la ciudad

Diario Sur, CARMEN MARTÍN, 01-02-2009

Muchos son los que se preguntan qué ha pasado en Antequera para que la ciudad pase de tener 25 brasileños empadronados en enero de 2002 a 777 en enero de 2009, llegando a ser ya, con diferencia, el colectivo de inmigrantes más numeroso en esta localidad de 45.835 habitantes. La respuesta la tiene José Antonio Rojo, coordinador de Antequera Acoge, quien recuerda que Nelson y su mujer fueron los primeros en llegar.

La pareja viajaba de Galicia a Fuengirola y alguien les comentó que en Antequera los alquileres de pisos estaban más baratos. Aquello fue en 2001, cuando el ‘boom’ de la construcción reclamaba mano de obra y la noticia debió de llegar pronto a Brasil. El boca a boca creció como la espuma y un día llegó a oídos de Clarice Alexandre, una de las primeras en llegar a la ciudad de El Torcal alentada por una amiga que ya trabajaba en Antequera. Lo hizo con su cuñada y otra compatriota el 4 de diciembre de 2002 y ella misma recuerda que «por entonces había apenas 15 brasileños».

Por el mismo procedimiento que Clarice, llegó Claudio Tejo en agosto de 2003 a Antequera y Renato Sosa, que lleva tres años en el municipio gracias a un amigo brasileño que había creado una empresa de construcción y necesitaba albañiles. Y como ellos han llegado cientos de ciudadanos de este país que encontraron empleos en la obra, en el campo, en la hostelería o en las labores domésticas y de cuidado de personas mayores, en el caso de las mujeres. Desde las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones que trabajan en Antequera en pro de la integración de los inmigrantes no pueden probar este fenómeno, pero están seguros de que es así, y no de otra manera, como ha ocurrido.

Haydée Bossio, trabajadora de Antequera Acoge y conocedora en primera persona del fenómeno de la inmigración por haberlo vivido cuando decidió dejar Argentina para vivir en la ciudad de El Torcal, explica que esto es algo habitual: «Todos venimos relacionados con alguien porque buscas un respaldo de conocidos que ya estén donde tú vas. Además, ellos son muy solidarios y ofrecen su casa a otros brasileños, aunque no los conozcan». De la misma opinión es Isabel Pérez, trabajadora social de Cruz Roja. Tiene la sensación de que hubo un momento en Antequera de muchas ofertas de trabajo y «se llamaban unos a otros».

Origen concreto

Para el alcalde de Antequera, Ricardo Millán, «está muy claro» que el crecimiento de brasileños en la ciudad se debe a «un efecto llamada». Sobre todo, porque proceden de zonas muy concretas del país, principalmente de Mato Grosso del Sur y Mato Grosso, aunque también de otros estados como Paraná o Rondónia. «Tienen el objetivo de ahorrar dinero y volver allí. Y dificultades por el idioma; quizá por eso se relacionan mucho entre ellos y abren bares propios y otros negocios», añade el primer edil, para puntualizar que la sociedad antequerana los ha acogido con los brazos abiertos, al igual que a otras nacionalidades.

La edil responsable de Asuntos Sociales, Dolores García, afirma que debido al apoyo que se dan unos a otros, la de Brasil «es una de las nacionalidades extranjeras que menos recursos demandan a la Administración local y que, además, cumple en su mayoría con la regularización». No obstante, existe un número importante de brasileños en Antequera que no han podido legalizar su situación en España, según apuntan desde Antequera Acoge y Cruz Roja. Antonio Márquez, propietario de un locutorio en la calle Santa Clara, conoce como nadie la realidad de esta nacionalidad. Ha ayudado a muchos a tramitar su documentación desde su país y asegura que la población de brasileños en Antequera puede ser de unas 1.100 personas. «En 2006 pudo haber hasta 1.600, pero muchos se han marchado por la crisis», apunta. La brasileña Elizemar de Olivera, que lleva cinco años ya en la ciudad, avala esta teoría, aunque cree que el número de brasileños irregulares actual es aún mayor. Hay quien confiesa que muchos están escondidos en pisos y que no se atreven a salir a la calle por miedo a ser deportados, ya que esto les impediría volver a España. Algunos quieren regresar a su país, pero al no encontrar trabajo carecen del dinero necesario para comprar el billete de vuelta. Elizemar también está ahora en el desempleo y no se cansa de buscar una ocupación. Tal es así que se recorrió a pie hace unos días la localidad salmantina de La Alberca entregando currículums porque le comentaron que allí había posibilidades. Sonia, nombre ficticio, también busca empleo. Su situación es irregular. Está en Antequera sólo con su madre y su hija porque su marido fue deportado en noviembre. Quiere vivir en la ciudad porque, como otros brasileños, si está en España no es porque en su país pase hambre, sino porque, sencillamente, quiere progresar.

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