Las dos turistas donostiarras han sido «víctimas de la guerra entre embajadas», les confesaron ayer desde el Ministerio de Exteriores, que se limitó, denuncian Ainhoa y Laura, a despacharles por teléfono con esa frase y a sugerirles que remitieran un escrito de protesta. «Nada más, ninguna explicación, ni ayudas para recuperar los 1.000 euros que nos ha costado a cada una el billete, ni nada. Nos han dejado tiradas como a una colilla», se quejaba Ainhoa.

Lo cierto es que la pesadilla de las donostiarras no resulta fácil de entender. La crisis diplomática, que parece estar detrás de este episodio, se inició cuando las autoridades españolas denegaron la entrada de varios brasileños en Barajas, ya que no cumplían los requisitos exigidos por inmigración, explicaron desde Exteriores. Como «medida de reciprocidad», el país gobernado por Lula da Silva endureció los controles migratorios y denegó el ingreso en su país de decenas de españoles. «Si lo llego a saber, no elijo ese país para las vacaciones», se sincera Ainhoa.