Aquel sueño de Martin Luther King

La Voz de Galicia, Roberto Blanco Valdés, 21-01-2009

La colina del Capitolio, donde ayer Barack Obama se convirtió en el 44.º presidente de la Unión americana, está situada en el lado este de una inmensa y bellísima avenida el Mall de Washington que finaliza en el oeste con el impresionante memorial dedicado a Abraham Lincoln, el presidente que hubo de ganar una guerra civil para abolir la esclavitud. Ese escenario encierra, por eso, un evidente simbolismo. De hecho, sería posible imaginar a Lincoln contemplando satisfecho la coronación histórica de su impulso colosal: un negro, de aquellos que eran esclavos cuando él accedió a la Presidencia, que un siglo y medio después llega a ocupar la más alta magistratura del país.

Pero ese simbolismo es aun mayor si se recuerda que fue en el mismo Mall donde Martin Luther King pronunció, el 28 de agosto de 1963, el discurso que habría de marcar el principio del fin de la segregación racial en Norteamérica: «Hoy tengo un sueño», gritó King una y otra vez, anunciando un advenimiento que ahora Obama ha hecho realidad. Y es que con él, como su predecesor había soñado, la libertad resonó, al fin, «en los montes prodigiosos de New Hampshire, en las poderosas montañas de Nueva York, en las alturas de las Alleghenies de Pensilvania, en las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado y en las sinuosas pendientes de California».

En todo caso, al contrario que los más grandes presidentes de la Unión (Washington o Lincoln o, en otra dimensión, Roosevelt o Kennedy), que primero fueron hombres para convertirse luego en mitos, Obama deberá recorrer el camino opuesto transitar de mito a hombre en un viaje que fácilmente se adivina lleno de peligros. Entre otros, desde luego, el de la desilusión del pueblo que ayer lo aclamó como nunca antes había aclamado a un presidente.

Instalado ya en la Casa Blanca, deberá ahora Obama comenzar a enfrentarse a los tremendos destrozos que Bush ha dejado como herencia en su país y en el conjunto del planeta. Ayer asumió como sus prioridades esenciales la lucha contra la crisis económica y el combate contra la «amplísima red de violencia y odio» que se extiende por el mundo. Ayer prometió «tomar decisiones para afrontar una nueva era» y llamó a su pueblo a «levantarse y sacudirse el polvo para empezar otra vez la labor de reconstruir América». Ayer, en fin, resumió su voluntad afirmando que había «optado por la esperanza sobre el miedo».

Martin Luther King proclamó en 1963: «Hemos venido aquí a escenificar una situación vergonzosa. En cierto sentido hemos venido a la capital de nuestro país a cobrar un cheque». Ese cheque lo ha cobrado cuarenta y cinco años después Barack Obama. Ahora le toca demostrar qué sabe hacer con ese caudal extraordinario.

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