Esperanza frente al miedo

La Vanguardia, , 21-01-2009

Barack Obama, 44. º presidente de EE. UU., tomó ayer posesión llamando a sus compatriotas a una era de responsabilidad y al mundo a una nueva cooperación. Reivindicó los valores de siempre para levantar al país de la crisis en la que lo han hundido “las reclamaciones mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas obsoletos”.

LA toma de posesión de Barack Obama abre una nueva era. Su primer discurso como presidente de Estados Unidos marca un cambio radical en la política de la primera potencia del planeta. En pocas y esperanzadoras palabras, Obama se comprometió a liderar una nueva era de paz, basada en la cooperación y la comprensión mutua, así como una nueva era de progreso sustentada en el trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad individual. En el discurso quedó muy patente el compromiso estadounidense para impulsar un cambio energético que ponga fin a la amenaza de calentamiento de la Tierra.

En una ceremonia que fue una fiesta de la democracia, seguida por más de dos millones de personas delante del Capitolio, y retransmitida a todo el planeta, el flamante presidente de Estados Unidos y, por tanto, el hombre con más poder del mundo, reafirmó la vocación de liderazgo internacional. “Seguimos siendo el país más poderoso y rico”, dijo, aunque admitió que este poder no basta para proteger a sus ciudadanos, pero tampoco da derecho “a hacer lo que nos plazca”.

Los nuevos desafíos, a juicio de Obama, exigen un mayor esfuerzo de cooperación y entendimiento entre todas las naciones y en todos los ámbitos, desde la amenaza nuclear hasta el cambio climático. Un giro radical respecto del pasado inmediato. A diferencia de los discursos de Bush, Obama nunca utilizó la palabra enemigo. Todo lo contrario: “A todos los pueblos y gobiernos que nos están viendo hoy, desde las mayores capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es un amigo de cada nación y cada hombre que busca un futuro de paz y dignidad”. En este sentido asumió un mayor compromiso solidario con los más pobres. “El mundo ha cambiado – dijo-y nosotros tenemos que cambiar con él”.

El cambio de estrategia hacia el multilateralismo de Obama se produce tras el fracaso de Bush en la defensa de un mundo unipolar, con el uso de la fuerza más que de la diplomacia, y la práctica de la guerra preventiva. Una política que no sólo se ha demostrado inútil, por el enquistamiento del terrorismo internacional, sino que ha provocado el descrédito del país en importantes zonas del planeta, con su correlato de pérdida de influencia. Recuperar este crédito internacional es el principal objetivo de Obama.

En su discurso, el presidente tendió la mano al mundo musulmán – bestia negra de Estados Unidos desde los atentados del 11-S-,para iniciar una nueva etapa de entendimiento y de respeto mutuo. “A los que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y silenciando la disensión, sabed que estáis en el lado equivocado de la historia, pero que os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño”, palabras dirigidas también a Cuba y demás países autoritarios.

En el frente internacional, salvo las grandes declaraciones de principios y la promesa de que Estados Unidos se irá de Iraq “de forma responsable” y de que buscará la paz en Afganistán, Obama huyó de las concreciones y ni el conflicto palestino-israelí, ni Pakistán, otros puntos calientes del planeta, estuvieron presentes en su discurso. También sin citarlo, se refirió a Guantánamo, cuando rechazó la disyuntiva entre seguridad e ideales.

Tampoco pormenorizó Obama en el frente económico. Pero el compromiso de que se tomarán acciones inmediatas es suficiente para dejar claro que la superación de la crisis es su principal prioridad. Al respecto afirmó que, en este ámbito, ha empezado la era de la responsabilidad individual, yque debe prevalecer el espíritu de supervivencia, de resistencia y de victoria de que ha hecho gala Estados Unidos a lo largo de la historia. No dijo en ningún momento que la lucha contra la recesión será fácil ni corta, pero hizo un llamamiento a la confianza en las propias capacidades para superar los problemas y trabajar para resolverlos.

Obama culpó de la recesión que sufre el país a “la avaricia y responsabilidad de algunos”, así como al fracaso de la Administración Bush – sin citarla-por no haber tomado las decisiones difíciles que eran necesarias para preparar a la nación para una nueva era. Pese a los excesos del liberalismo de Wall Street, Obama hizo una clara apuesta por el mercado como fuerza creadora de riqueza, aunque bajo la vigilancia adecuada y una gestión inteligente, honesta y transparente.

El reto de Obama para encauzar la economía hacia una salida de la recesión es crucial. Se tiende con razón a comparar la situación que hereda Obama con la que tuvo que enfrentarse su antecesor Franklin Delano Roosevelt, en 1933. Este, considerado uno de los mejores presidentes de la historia de su país, superó la crisis originada por el crac de 1929 gracias a la adopción de políticas muy activas y nada ortodoxas, creando por ejemplo unos diez millones de puestos de trabajo para las campañas de obras públicas, una solución que Obama ha anunciado reiteradamente. Pero hay que tener presente, también, que Roosevelt precisó de cuatro años para fortalecer la economía.

Difícilmente Obama dispondrá de un plazo similar para realizar ese cambio, sino que se verá impelido a acelerar las soluciones. Para ello se ha rodeado de un excelente equipo económico, que ha preparado el mayor plan de estímulo fiscal de su historia, más 800.000 millones de dólares en inversiones públicas – especialmente infraestructuras-y rebajas fiscales. Un plan que, sin embargo, despierta recelos a derecha e izquierda.

Pero las urgencias pueden ser el peor enemigo del nuevo inquilino de la Casa Blanca. No sólo por las decepciones que seguramente llegarán, sino especialmente por las equivocaciones que, sin duda, se cometerán. Y es que con unos tipos de interés cerca del 0% y un déficit público desbocado, el margen de maniobra es realmente exiguo. Pero sí existe unanimidad en defender que algo hay que hacer desde la Casa Blanca. Como ha dicho Larry Summers, uno de los asesores económicos de Obama, “en esta crisis, hacer demasiado poco es más arriesgado que hacer demasiado”.

Al situar a Barack Obama al frente de los designios del país, en suma, los estadounidenses han optado – como él dijo-por la esperanza frente al miedo para hacer frente a todos sus problemas. Su presidencia marca, sin duda, una nueva etapa para la paz y el progreso en el mundo a partir de una situación tan deprimida como la actual. Y, asimismo, confirma un gran avance en los derechos sociales. El padre del primer presidente negro de los Estados Unidos de América hace menos de sesenta años no habría sido servido en un restaurante, como él mismo se encargó de recordar ayer.

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