NUEVA ERA EN LA CASA BLANCA / Protestas sociales

La muerte de un negro a manos de la policía desata la furia racial en Oakland

El Mundo, CARLOS FRESNEDA. Enviado especial, 18-01-2009

Los disturbios en la ciudad que vio nacer a los Panteras Negras se descontrolan Oakland (EEUU)


Policía blanco dispara por la espalda a joven negro… La era posracial que pretende abanderar Obama no ha llegado a Oakland.La ciudad que vio nacer en 1966 a los Panteras Negras mantiene aún muy vivas las heridas raciales y vuelve a sangrar estos días por cuenta de la muerte a quemarropa del afroamericano de 22 años Oscar Grant, desarmado, tumbado y con las manos en la espalda en el momento de recibir el tiro de gracia del policía Johannes Mehserle.


Miles de vecinos han tomado la calle desde el día de Año Nuevo en señal de protesta. Decenas de ellos escenificaron esta semana la muerte de Grant frente al Ayuntamiento, con las manos en la espalda y gritando: «¡Por favor, no dispares!». Otros prefirieron pasar a la acción y rompieron escaparates y coches. Los disturbios se han cobrado más de un centenar de detenidos.


Mientras Washington se prepara para la coronación del primer presidente negro, en Oakland puede cortarse con un cuchillo la tensión racial. El alcalde afroamericano, Ron Dellums, ha pedido calma a la población y ha prometido «justicia». La policía, por si acaso, ha tomado el centro desolado de la ciudad en prevención de nuevos brotes de violencia.


«¡El primer asesinato de 2009 en Oakland lo ha cometido un policía blanco!», denunciaba a gritos el afroamericano Gregory Nash, 63 años, en una de las manifestaciones que colapsaron esta semana el centro de Oakland. Nash llevaba un jersey negro con el retrato de Obama y un mensaje – «Hemos hecho historia» – que se cuestionaba en voz alta: «Nada ha cambiado de momento. Hemos avanzado muy poco desde que ocurrió lo de Rodney King en Los Angeles… La policía sigue ejecutando impunemente a jóvenes negros».


«¡La muerte de Oscar Grant no podrá esconderse bajo la alfombra!», advirtió con rabia contenida el obispo Keith Clark, de la Word Assembly Church. Alice Huffman, por boca de la Asociación para el Avance de la Gente de Color, denunció lo ocurrido como «un crimen racista». La pancarta más notoria fue la de la Coalición Contra las Ejecuciones de la Policía, pidiendo la dimisión del fiscal Tom Orloff por «complicidad» en los abusos sistemáticos de la policía local.


El acusado Johannes Mehserle, detenido en Nevada (en donde se refugió tras renunciar al uniformado), compareció ante el juez el jueves, escoltado por policías y abucheado a su paso por decenas de manifestantes que se congregaron en los tribunales. Entre ellos, la compañera de Oscar Grant, Sophina Mesa, con su hija de cuatro años en brazos y una camiseta con la foto estampada del fallecido: «Nunca te olvidaremos».


Grant murió a las dos de la madrugada del 1 de enero. Viajaba en metro cuando al parecer hubo una pelea e intervino la policía de transporte. El agente Mehserle le sacó con otros detenidos a la plataforma de la estación de Fruitvale. Hubo un forcejeo y fue reducido por otro agente que le tumbó en el suelo. Las imágenes grabadas por un vídeo casero demuestran que Mehserle disparó sin motivo aparente cuando el joven estaba inmovilizado y tenía las manos en la espalda. Si se demuestra el componente racista, el agente puede ser condenado a pena capital o cadena perpetua.


Odio hacia los hispanos


Marcelo Lucero, golpeado y apuñalado hasta la muerte por siete adolescentes blancos en una estación de tren. José Osvaldo Sucozhañay, también ecuatoriano, asesinado a golpes con un bate de béisbol en Brooklyn por tres negros. Los dos crímenes raciales han infundido el miedo entre los ‘latinos’ de Nueva York.


«Los que nos odian son los mismos que permiten que les cortemos el césped, que construyamos sus casas, que cocinemos por ellos y que les cuidemos los niños», denuncia Fernando Mateo, al frente de Hispanics Across America, el grupo que más activamente ha denunciado el aumento del 40% en los ‘crímenes de odio’ hacia los hispanos registrado en los últimos cinco años. Unos 770 se han cometido en los últimos doce meses en Estados Unidos.

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