A ambos lados de la frontera

El Mundo, ADRIAN CORNEJO, 16-01-2009

Música. La banda Calexico, que en esta gira cuenta con el guitarrista español Jairo Zabala, presentó en un gran directo los temas de su nuevo álbum ‘Carried to dust’ La frontera entre Estados Unidos y México no sólo separa la vigente superpotencia mundial de la comunidad de países latinos con la que comparte continente sino, bien es sabido, el abismo que existe entre una vida en el alambre y el anhelado sueño americano.


Es tan peligroso ese lugar, que se extiende a lo largo de una franja de más de 3.000 kilómetros, que anualmente contempla más muertos que todos los registrados en la triste historia del Muro de Berlín.


Sin embargo, la banda Calexico, que un día tomó su nombre de la homónima población californiana situada a escasos kilómetros de la frontera, la cruza constantemente a través del mejor vehículo que sus componentes conocen para viajar: la música.


Es el que ejecutan un sonido muy particular, inspirado en la herencia de la música mariachi o las bandas sonoras de cualquier spagueti – western emplazado en Arizona, su desértica tierra. Canciones envueltas en un halo de intriga y emoción a veces mística que, escuchadas en directo, resultan igualmente atmosféricas, envolventes, evocadoras de una música de raíces que sólo existe en la gran pantalla y se hunde en el tan sonado folk del suroeste estadounidense.


Los líderes del grupo, Joey Burns y John Convertino, que antes de lanzarse a conquistar la listas Billboard fueron compañeros de universidad y de la formación Giant Sand, comparecieron ayer en Madrid, junto a sus músicos habituales y una grata excepción.


Se trataba del español Jairo Zabala, que además de ejercer de su telonero en todos los conciertos de la gira europea incluido el de ayer (comandando el proyecto DePedro), participó activamente como guitarrista en la grabación del sexto y último álbum de estudio de los estadounidenses.


El nuevo trabajo titulado, Carried to dust, fue presentado ayer en la sala Joy Eslava por los de Tucson, ante un público que hace tiempo agotó el papel para la cita y esperaba la enésima autorrevisión de una banda que evoluciona favorablemente añadiendo a su propuesta nuevas capas de influencias, tomadas de sus numerosos viajes y encuentros.


Con un cuarto de hora sobre lo previsto, solos en la escena los dos miembros fundadores y principales, comenzó el recital, como siguiendo las etapas cronológicas de la banda. Primero sonó una canción de Spoke, el disco con el que debutaron en el 97, e inmediatamente, antes de que el resto de miembros pisara la escena, otra que a Burns cantaba su madre cuando aún era un chico: la célebre All the pretty horses.


La guitarra del frontman y letrista principal, unida a la atinada percusión de Convertino a la batería, pronto se pudieron combinar con el resto de instrumentistas de la banda (Paul Niehaus, Jacob Valenzuela, Martin Wenk y Volker Zander) para recrear sus cortes de música tradicional fusionada con elementos del rock alternativo.Lo que ha venido a denominar como el género americana.


Contrabajo, pedal – steel, teclados, vibráfono y dos trompetas entraron en acción a la par que la guitarra del madrileño Zabala, quien ya había abierto la sesión musical, para recibir al segundo español de la noche. Amparo Sánchez, líder de Amparanoia y corista del grupo en anteriores giras, subió al proscenio para cantarse en lengua propia Roka y otro de los temas más animosos de una noche en la que apenas hubo piezas completamente instrumentales.


El grupo, que en su anterior largo mostró su animadversión a la Administración Bush e hizo campaña a favor de Obama en las últimas presidenciales, no incidió en su repertorio más político, sino en canciones influenciadas por su última gira suramericana, como Inspiration o Víctor Jara’s Band, que sonó en los bises.También sonaron célebres temas como El picador y Crystal Frontier.


Ocio

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)