William Carrillo, el ciudadano boliviano que solicitó al Defensor del Pueblo a finales de diciembre que le dejaran vender sus órganos a cambio de dinero, ha desistido de su acción «porque nunca fue mi intención ponerme a subasta pública, sino llamar la atención sobre el problema de la donación, pero en los medios se me ha presentado como alguien que quería mercadear con su cuerpo, lo que no es cierto».

Carrillo ha retirado su solicitud y pretende volver este año a su Bolivia natal este mismo año, «con uno de mis hijos. Yo nunca planteé mi tema para vender partes de mi cuerpo, sino para abrir un debate acerca de la cuestión. Pero el impacto en los medios fue muy fuerte y el enfoque hizo que mucha gente que estaba detrás de mí e iba a solicitar lo mismo al defensor del Pueblo se echaran atrás. Me he quedado solo en esta lucha, y es mejor abandonar. Antes que inmigrante soy persona y padre».

Carrillo puntualiza que pone «punto y final no a la intención de vender órganos, sino a la iniciativa de generar discusión en torno a ello. Se me ha mostrado muy crudamente como un vendedor, cuando mi intención no era ésa». Este diario se hizo eco en exclusiva de su iniciativa, y Carrillo pormenorizó entonces sus deudas y su decurso laboral por España durante varios años para justificar su petición.