parís. Quien cinco días después de una cesárea sale del hospital y entrega su hijo a una niñera para llegar a tiempo a una sesión de gabinete produce irritación incluso en Francia. La ministra de Justicia Rachida Dati, de 43 años, tiene sus motivos para actuar así: demostrar públicamente que su reciente maternidad no interferirá con su trabajo al frente del ministerio.

El embarazo de la ministra ya había generado revuelo por el hecho de que Dati se negara a dar información sobre el padre. Los paparazzi rodearon durante días la clínica privada con la esperanza de que Rachida la abandonara tras el nacimiento en compañía del padre. En vez de eso, salió con su hermana y un bulto de mantas en el que llevaba oculta a su hija Zohra.

Sin embargo, la paciencia de los periodistas y los fotógrafos se vio compensada cuando el hermano menor del presidente francés, Nicolas Sarkoky, fue a visitar a Dati. La prensa del corazón informó además que la ministra pasó la Navidad con la familia Sarkozy. Los medios franceses dejan las especulaciones en manos de la prensa especializada. A cambio, se centran con pasión en el debate sobre los derechos de las madres.

Ségolène Royal, ex candidata a la presidencia por los socialistas, defendió enérgicamente a Dati contra todos los que la acusaron de falta de instinto maternal. “Una mujer que se retira de su trabajo para ocuparse de su hijo nunca puede estar segura de recuperar su puesto. Aún sigue habiendo una enorme desigualdad entre mujeres y hombres”, criticó Royal, que fue la primera mujer que tuvo un hijo ocupando un cargo de ministra.

A pesar del revuelo, hay una preocupación de la que Dati se liberó: Sarkozy al parecer no tiene previsto alejarla del puesto de ministra de Justicia, según los medios. Aun cuando los expertos dudan de sus aptitudes, Dati, que como hija de inmigrantes norteafricanos es una enseña del gobierno, permanecerá de momento en el puesto.