La gran esperanza negra

ABC, ALFONSO ROJO, 15-01-2009

Quedan cinco días para que asuma la presidencia y Barack Obama está en todos lados: en los periódicos, en los informativos, en los telediarios y hasta en Youtube. Y en todos los sitios aplica las técnicas de comunicación con las que derrotó a Hillary y a McCain.

Oficialmente sigue siendo la «gran esperanza negra» y en su llegada a la Casa Blanca depositan propios y ajenos, políticos y empresarios, americanos y extranjeros sus ilusiones, pero la oleada de emoción positiva que generó su victoria comienza a disiparse. Han pasado sólo 72 días y exceptuando a sus hijas, su mujer y algún que otro fiel, no creo que haya muchos convencidos de que llegue con una varita mágica.

Debo confesar que me gusta más ahora que en la campaña. En contraste con la táctica del avestruz, habitual en otros presidentes más cercanos a nosotros, Obama irradia sinceridad. Demuestra coraje cuando recuerda que nada será fácil, que los medios económicos son limitados y que todos tendrán que hacer sacrificios.

Y lo hace con maestría, manteniendo el equilibrio, porque a la vez que pone énfasis en la gravedad del problema, para transmitir sensación de urgencia, no resulta pesimista, consciente de que eso lastraría cualquier recuperación.

Un presidente norteamericano no es un gestor o un administrador, es sobre todo un inspirador; señala los objetivos, sacude al país cuando es necesario y marca metas.

A estas alturas y después de ver cómo le salía rana el gobernador de Illinois, que Richardson tiraba la toalla perseguido por un escándalo financiero y que el personaje a quien había asignado el Departamento del Tesoro trampea con los impuestos y emplea «sin papeles» en casa, debe de andar escaldado.

Obama sabe ya que no podrá satisfacer las enormes expectativas que suscitó el pasado 4 de noviembre, en su país y en todo el mundo. Dicho esto, creo que lo hará bastante bien. Ha demostrado ser dueño de sus silencios y asume el papel de hombre más poderoso del planeta, con la ventaja de haber estado precedido por alguien tan patoso como Bush.

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