La falta de clientes debido a la crisis endurece la situación de las prostitutas en Gipuzkoa

Diario de noticias de Gipuzkoa, jorge napal, 12-01-2009

Hay extranjeras que se plantean por vez primera regresar a sus países debido a las dificultades en el sector

donostia. La prostitución en Gipuzkoa comienza a pasarlas canutas. Al menos, buena parte de sus trabajadoras. Las garras de la crisis económica acechan al sector como nunca, y los clientes habituales, tiesos de dinero, están comenzando a dejar de visitar los locales de alterne con la frecuencia que lo hacían hasta ahora. Todo ello está provocando un trasiego de señoritas desconcertadas de un territorio a otro tras el señuelo de un negocio que parece desinflarse. “Ahora mismo hay un movimiento terrible”, asegura Asier Lekuona, miembro de la Asociación Ciudadana Anti – Sida de Gipuzkoa, Acasgi, que traba contacto diario con muchas de ellas.

El gremio se resiente por la falta de clientes, y los precios por servicio comienzan a caer en picado. La situación en Gipuzkoa todavía no es tan agobiante como en otras ciudades. En Madrid, por ejemplo, la creciente inquietud ante la falta de demanda está llevando a algunas mujeres a vender su cuerpo incluso por quince euros, algo que ha constatado el miembro de esta agrupación tras una visita reciente.

En el territorio el precio mínimo por servicio se sigue prestando por 30 euros y las trabajadoras del sexo están haciendo todo lo posible para que no baje un céntimo más. Existe una ley no escrita que prohíbe alterar el mercado, pero los efectos de la crisis resultan insoportables, y algunas comienzan a prestar sus servicios un tanto a la desesperada.

estancias cortas Todas tienen un mismo motivo de preocupación. Las partidas de dinero destinadas a estos servicios, que habitualmente encontraban el cobijo en la nómina de los clientes, comienzan a esfumarse. Los ingresos no dan para más, y los efectos ya son visibles, con un trasiego constante de gentes.

La estancia de las meretrices en el territorio, que hasta hace bien poco se prolongaba por espacio de un mes o más, a lo largo del cual entraba dinero a mansalva, se acorta cada día que pasa. “La movilidad de ciudad en ciudad está siendo tremenda, todas ellas en busca de un negocio tocado”, insiste Lekuona.

“Hay menos trabajo, y cambian de un lugar a otro con la intención de mejorar su situación, porque la crisis la están notando”, incide Amaia Lasheras, al frente de la asociación Aukera, que ofrece asesoramiento jurídico y sanitario a las prostitutas que trabajan en Gipuzkoa.

La estampida no está salpicando tanto a las trabajadoras de los clubes, donde las mujeres siguen manteniendo periodos de 21 días de estancia. Pero los pisos que acogen esta actividad se manejan bajo otros parámetros. En Gipuzkoa hay, al menos, unos 70 locales en los que se ejerce la prostitución, lugares convertidos en testigos mudos de incesante mudanza.

coordinación La movilidad en el sector es tan incesante que las asociaciones que trabajan ofreciendo asesoramiento a estas mujeres se han visto obligadas a darse la mano y coordinarse para que a una prostituta que cada dos por tres se ve obligada a visitar una nueva ciudad, nunca le falte la ayuda que precisa al llegar al nuevo destino.

Lekuona coordina el proyecto Funsida (Fundación del Movimiento Ciudadano Anti – Sida), auspiciado por el Ministerio de Sanidad y Consumo, e integrado por 17 entidades que trabajan en el mundo de la prostitución. Con el tiempo, tienen previsto agrupar a más asociaciones, algo que se impone debido a la actual situación. “Las mujeres se ponen en contacto con nosotros y cuando nos comunican su disposición de desplazarse a una ciudad, nosotros les ofrecemos toda la información de la que disponemos para facilitarles el trámite”, explica Lekuona.

Preservativos, material de todo tipo… Cualquier ayuda es poca debido al constante ir y venir. El dinero mueve la prostitución y su ausencia ha provocado lo que hasta ahora no había ocurrido: que un número creciente de prostitutas comience a plantearse por primera vez regresar a sus países de origen. “En este momento piensan que no les compensa seguir en estas condiciones porque los ingresos han bajado muchísimo”, asegura el miembro de Acasgui.

Más de 900 mujeres venden su cuerpo a diario en Gipuzkoa, de las que el 90% son inmigrantes en una situación irregular que no deja de atenazar. La mayor parte de ellas son suramericanas y la población colombiana predominante estos años atrás está dando paso a la brasileña. Casi todas ellas, debido a las crecientes dificultades que encuentran para entrar en el Estado, eligen hacerlo vía París.

La crisis no está agobiando tanto a las mujeres procedentes de países del Este, como Rumanía, cuya población ha crecido considerablemente en el territorio en los últimos tiempos. En realidad, la falta de dinero les afecta igual, pero debido a su reciente incorporación, no tienen la referencia “más floreciente” que se vivía en el territorio en un pasado más o menos cercano.

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