El retorno de Rachida

La Vanguardia, , 11-01-2009

Màrius Carol

Sarkozy puede parecerse a Luis XIV, pero la ministra de Justicia no quiere ser Fouquet
A los cinco días de dar a luz con cesárea, la ministra de Justicia francesa, Rachida Dati, volvió a su despacho para, a continuación, desplazarse a la embajada de España, donde su colega español impuso condecoraciones a una docena de magistrados. Poco podía esperarse el ministro Mariano Fernández Bermejo que su presencia en un acto en París iba a causar tanto revuelo de paparazzi, pero lo cierto es que desde primera hora los reporteros estaban apostados ante la legación española, para obtener las primeras imágenes de Dati tras el nacimiento de su hija, cuya paternidad sigue siendo objeto de especulaciones. La ministra ha renunciado a su baja maternal para poder atender sus ocupaciones gubernamentales y ni siquiera ha esperado a que le cayeran los puntos de la cesárea. Un detalle que no ha pasado desapercibido por la opinión pública, que oscila entre la admiración y el repudio ante esta desconcertante dama.

Rachida Dati no deja indiferente a nadie y se diría que está dispuesta a mantener su talante hasta su último minuto como ministra. Su ambiciosa política de reformas judiciales (reducción de tribunales, rebaja de la edad penal, reclusión a perpetuidad en ciertos supuestos…) ha recibido duras críticas y sus taxativas declaraciones no han contribuido a hacer amigos. Sarkozy la ha utilizado de ariete contra las anquilosadas estructuras judiciales, igual que se ha valido de ella como coartada con el mundo árabe francés. Sin embargo, después de las protestas de la judicatura a sus cambios y las críticas de la prensa a su exhibicionismo, su carrera pareció entrar en el ocaso.

Dati no va a dar su brazo a torcer y con su presencia en el ministerio la misma semana de su alumbramiento ha querido significar que va a luchar por su cargo y sus reformas. Esta hija de un obrero marroquí y una limpiadora argelina consigue lo que se propone. A los 16 años se puso a trabajar para pagarse sus estudios de Económicas y Derecho, al tiempo que se hacía cargo de sus hermanos. Con 21 años se coló en la embajada argelina y abordó al ministro de Justicia, que se fascinó por el carisma de la joven, lo que le permitió acceder a un puesto de contable en Elf. Hace seis años buscó la manera de acercarse a Sarkozy cuando era ministro del Interior y a partir de este momento se convirtió en su más estrecha colaboradora.

Ella ha sido la primera en proclamar que es el símbolo de una nueva Francia. Se sabe un icono de la integración y lo juega con habilidad. Mientras los franceses hacen quinielas sobre quién es el padre de su retoño, ella mantiene un discreto silencio y regresa con renovadas ganas a sus reformas. Sarkozy puede tener maneras de Luis XIV, pero Dati no es la versión femenina de Fouquet, que fue a la prisión por querer disputarle la riqueza y la gloria al monarca. No renunciará a las chaquetas de Dior, pero tampoco a su silla en el Consejo de Ministros.

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