La policía cree que el narco fue asesinado por un alijo fallido en el puerto de Valencia

El capo ejecutado en un hospital de Madrid nunca manifestó sentirse amenazado

Las Provincias, M.SÁIZ-PARDO, 10-01-2009

Los especialistas de Homicidios de Madrid no albergan dudas: el capo colombiano asesinado a balazos la noche del jueves en el Hospital 12 de Octubre de Madrid fue víctima de una vendetta y, muy probablemente, su muerte fue la respuesta de sus ex compañeros a la detención de diez narcos en julio de 2006 cuando pretendían introducir en España, a través del puerto de Valencia, 513 kilos de cocaína escondidos en un cargamentos de piña procedentes de Panamá.

La verdadera identidad del asesinado no es Leonidas Vargas Vargas. Ese nombre, con el que se registró el pasado 2 de enero en el centro médico, era sólo uno de los alias que usaba, como del de José Antonio Cortes Vaquero. Su nombre era José Antonio Ortiz Mora, nacido en Colombia en 1948. El Viejo o El Rey de Caquetá, como era conocido en el mundo de la droga, lideró, según la Policía Antinarcóticos colombiana, los cárteles de Caquetá y Putumayo durante las décadas de los ochenta y los noventa.

En los últimos, tras habérsele incautado en su país de origen 327 propiedades diferentes y haber cumplido prisión entre 1995 y 2001, se encontraba casi apartado del narcotráfico y la única operación en la que había participado en los últimos años era la de Valencia.

Los agentes apuntan, por el modus operandi, a que el homicidio fue cometido por dos sicarios colombianos llegados ex profeso desde Suramérica para cumplir el encargo. Las primeras investigaciones apuntan a sendos varones de mediana edad, aunque ninguno de los testigos ha sido capaz de ofrecer una descripción fiable, ya que los pistoleros se cubrian con bufandas y gorros.

Sólo uno de los sicarios entró en la habitación y disparó. Usó un silenciador, por lo que nadie se fijó en el aspecto de dos visitantes más del hospital. El compañero de habitación del narco, al que el sicario amenazó para que guardara silencio, se encuentra en estado de shock y apenas ha podido dar datos útiles. El análisis de las cámaras de seguridad tampoco ha ayudado mucho por el momento.

La única pista fiable ha venido desde Colombia. Según informó el diario bogotano El Tiempo, los servicios de inteligencia de aquel país interceptaron el jueves varias llamadas entre narcos del sur de Colombia que hablaban del inminente asesinato de Ortiz Mora.


No pidió escolta

El Rey de Caquetá no tenía ningún tipo de protección policial en España. Ortiz jamás la demandó a la Audiencia Nacional cuando el juez Fernando Andreu, que instruía la investigación por el alijo de Valencia, acordó en julio del año pasado dejarle en libertad bajo fianza de 200.000 euros, ya que el narco se encontraba muy enfermo (casi en fase terminal) por una hipertensión pulmonar aguda que le obligaba a acudir muy frecuentemente a un centro médico para que le fuera calibrado el dispensador de oxígeno.

El capo se encontraba en arresto domiciliario, aunque tenía permiso para acudir al hospital siempre que fuera necesario. De hecho, la víctima había notificado a la sala todas sus salidas para ir al médico. La Fiscalía Antidroga tenía previsto pedir una pena de 25 años de cárcel por narcotráfico y blanqueo de dinero. Junto al fallecido, iban a sentarse en el banquillo otros ocho acusados, colombianos, españoles y peruanos.

El Viejo fue detenido en 2006 en Madrid, cuando hizo una escala en su viaje a Alemania para presenciar un partido del Campeonato Mundial de Fútbol de Alemania. José Antonio Ortiz, según la Policía, antes de su captura vivía en Brasil pero se movía por todo el mundo en busca de médicos que le trataran con éxito su patología crítica.

El cuerpo del narcotraficante colombiano será repatriado a Colombia en los próximos días, según aseguraron ayer fuentes diplomáticas de este país. La repatriación está pendiente de la autorización que debe dar la justicia española.

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