Pido asilo climático

Las Provincias, M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO, 09-01-2009

Como sigan estos fríos y, sobre todo, se perpetúen en nuestro calendario, voy a pedir asilo climático en un país tropical.

Nunca antes, como en estos dos últimos días, me he sentido tan próxima a las aves migratorias. Tanto que estoy pensando irme con ellas. Si no fuera porque tengo un cierto miedo a las alturas, porque prefiero ir a mi aire en lugar de viajar en grupo y porque no tengo conocidas entre las cercetas carretonas o las fochas comunes, ya las habría acompañado a parajes más cálidos.

Lo de la migración por razón de clima no es exclusivo de las aves. También está empezando a pasar entre los humanos. Según dicen los expertos, será uno de los efectos del cambio climático que convierte algunos territorios en desierto, sumerge bajo las aguas a otros o impide el mantenimiento de un cultivo constante y adecuado para la alimentación. Con ello, surgen los refugiados medioambientales o climáticos que deben migrar en busca de un lugar donde vivir. Es un nuevo nomadismo tras miles de años de sedentarismo.

El problema es si algunos, normalmente los más débiles, se ven obligados a dejar su lugar de nacimiento o de residencia porque otros desean explotar al máximo sus recursos u obtener beneficios sin límites. Es lo que sucede, pero en grado superlativo, con el gas ruso. En las últimas horas no he escuchado voces alzándose para denunciar la actitud de Putin, excepto por lo que se refiere a los intereses comerciales puestos en riesgo. Si grave es que Israel, como dicen algunos, utilice la muerte de personas con fines electorales, no lo es menos que Putin lo haga con intereses geoestratégicos, para mostrar cuáles son sus poderes a la Europa engreída y, sobre todo, a los países ex satélites.

Con 12 grados bajo cero sin calefacción, no tardarán en aparecer víctimas del frío en los países afectados por la carestía. Si ocurre, deberían considerarse crímenes contra la humanidad o genocidio por razones políticas a cuyos responsables debería perseguir el Garzón de turno. El gas, por lo que se ve, empieza a ser el petróleo de los años 70, algo que tal vez también ocurra con la electricidad si las nucleares no lo remedian.

Lo malo es si también esta batalla energética reproduce las guerras a las que hemos asistido por culpa del petróleo.

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