EJECUCION MAFIOSA / LOS ANTECEDENTES

Crímenes importados de Colombia

El Mundo, SALUD HERNANDEZ-MORA. Bogotá / Especial para EL MUNDO, 09-01-2009

Asesinatos como el de Leónidas Vargas revelan la puesta en escena en España de técnicas criminales ejecutadas por sicarios que son habituales en el país sudamericano Leónidas Vargas olvidó una regla de oro de la mafia colombiana: los sicarios cumplen su cometido sin importar el lugar donde tengan que asesinar a su presa. De otra forma habría puesto escolta en el Doce de Octubre para evitar que acabaran con su vida.


Tenía que conocer que los hospitales han sido escenario en repetidas ocasiones de homicidios en Bogotá y otras ciudades de la nación sudamericana. A veces, los sicarios confunden el objetivo y matan a pacientes inocentes que están en habitaciones contiguas, como ocurrió el año pasado en una reconocida clínica privada bogotana. Y es que los centros médicos son lugares idóneos para los matones, puesto que tanto enfermos como el personal sanitario acostumbran a pensar que son espacios seguros y apenas hay controles al margen de los establecidos para las visitas.


En ocasiones no escogen el hospital como el sitio perfecto para matar, sino que se ven obligados a rematar a su víctima en ese lugar cuando sólo la hirieron en el primer atentado. Otras veces, detienen la ambulancia que lo transporta para acribillarlo a balazos. El caso es acabar el trabajo para el que fueron contratados y poder así cobrar lo pactado.


Este último crimen de un capo tan reconocido como Vargas viene a confirmar que los jefes criminales colombianos están trasladando a Madrid las técnicas habituales del sicariato a su servicio.


Ya lo advirtió un alto mando policial hace ocho años en una entrevista con este diario; si España seguía con leyes tan laxas y con redes de narcotraficantes ya establecidas, pronto se convertiría en el paraíso de muchos grupos mafiosos que replicarían en suelo español su modus operandi.


En esa época, pocos en Madrid entendían la palabra sicario. Pero poco a poco fueron familiarizándose con las técnicas mafiosas empleadas para los ajustes de cuentas o para castigar alguna víctima que resistió su extorsión.


Lo común es que envíen matones sin antecedentes, con pasaporte en regla y con una sola misión. En cuanto terminan la tarea, regresan a su país. En más de una ocasión, les esperan otros sicarios que les dan muerte para no dejar rastro.


En varias ciudades colombianas hay escuelas de sicarios, jóvenes sin escrúpulos ni temores, capaces de cualquier cosa por ganarse un dinero que despilfarran en pocos días. No tienen apego alguno a la vida, dan por hecho que no llegarán a viejos y que su único interés es conseguir unos pesos para comprarse ropa de marca, ligar con las niñas más guapas del barrio e irse de juerga con amigos hasta quemar el dinero.

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